Por Luis Calvo
Los costes extra en el Boeing 787 Dreamliner se deben a que la compañía ha decidido no modificar dos de los aviones de pruebas para poder venderlos. Ambos acumulan un total de más de 6.700 horas de pruebas en vuelo y en tierra, y el coste de su modificación no se compensaría con el ingreso que se podría obtener por su venta. Ambos aviones se han transferido en los libros del programa 787 a gastos de investigación y desarrollo.
En el caso del B-747 además del coste extra se ha cancelado la previsión de incrementar la tasa de producción de los actuales 0,5 aviones a un avión al mes en 2019 como consecuencia de que el mercado de la carga aérea no se está recuperando como esperaban, y se venderán menos B-747-8F de los previstos, y además por un importe menor del estimado que se podría obtener.
Finalmente, el cargo en el programa KC-46A ya había sido anunciado y se debe a retrasos y problemas técnicos en el desarrollo, incluidos los cambios que hay que hacer en la pértiga de repostaje tras analizar los resultados de las primeras pruebas. Estas mostraron unas fuertes cargas axiales. Los retrasos en las pruebas además están afectando a las modificaciones que habrá que hacer en los aviones de producción dado que están saliendo de la cadena de montaje sin ellas.
En el lado positivo, Boeing ha completado las pruebas de repostaje con F-16, A-10 y C-17, el denominado “Hito C” del programa, que era necesario cumplir para que la USAF diese el visto bueno para iniciar la producción.