La razón para utilizar estos trucos se hace evidente en cuanto establecemos una sencilla comparación: Un Boeing 747 tiene un espacio interior de 876 metros cúbicos. En superficie, es un poco más grande que un apartamento de seis dormitorios. Parece bastante, pero conviene recordar que en ese apartamento las aerolíneas meten a 250 personas.
Ventanillas contra el miedo a volar

Blake Emery, de Boeing, explica que las ventanillas son un elemento crucial para tranquilizar a los pasajeros que tienen miedo a volar. La razón es que, en un amplio porcentaje, ese miedo deriva no de estar en el aire, sino de la sensación de estar encerrado en un habitáculo sobre el que no se tiene control. Poder ver el exterior, paradójicamente, ayuda.
Es una pena que a las aerolíneas les importe muy poco que algunos pasajeros se queden sin acceso a la ventanilla con tal de meter más filas de asientos.
Por cierto, el propio diseño del panel que soporta las ventanillas, con una estructura en forma de cono amplio, está pensado para llevar la vista hacia el cristal y dar la sensación de que son más grandes de lo que en realidad son.
Amplitud visual a 127 cm

La doctora Rachelle Ornan-Stone es especialista en diseño de experiencias de usuario en cabina. Uno de los trucos que explica es que gran parte del confort que percibe el pasajero está directamente relacionado con la amplitud que percibe visualmente. Por esa razón, los aviones son casi completamente diáfanos a 127 centímetros del suelo. Esa es la altura a la que tenemos los ojos cuando nos sentamos en cabina.
Iluminación

Las luces en cabina no solo están pensadas para iluminar. También dirigen la vista hacia las zonas más amplias y despejadas. Para evitar la monotonía, las luces de los aviones modernos cambian a medida que avanza el vuelo para simular las condiciones de día y noche. Estos cambios contribuyen a aumentar el confort y reducir la monotonía. En este vídeo (en inglés) de DNews repasan estas técnicas.