Habló el piloto al que se le “apagó” el avión 2 veces a 11.000 metros con 315 almas a bordo. La historia de cómo se salvaron.
Más de 100 personas resultaron heridas cuando la tripulación del vuelo, llevando 303 pasajeros y 12 miembros de la tripulación de Singapur a Perth, perdieron el control de la aeronave el 7 de octubre de 2008.
El Airbus A330 había se encontraba volando en crucero a 37.000 pies cuando el piloto automático se desconectó súbitamente.
La aeronave se hundió de nariz dos veces antes de que el piloto Kevin Sullivan declarara la emergencia y realizara un aterrizaje no programado en el aeropuerto de Learmonth, cerca de Exmouth, Australia Occidental, unos 50 minutos después del primer incidente en pleno vuelo.
Ahora, ocho años más tarde, Sullivan ha roto el silencio sobre el incidente que cambió su vida y lo dejó con trastorno de estrés post-traumático.
“Es lo peor que te puede pasar cuando estás en un avión – cuando no tenés el control”, dijo.
Sullivan es un expiloto de la Marina de Estados Unidos que incluso pasó por la famosa escuela de aviación de combate Top Gun.
El destino militar lo llevó a Australia durante tres años, pero después de casarse con una australiana y tener una hija, decidió quedarse de manera permanente y convertirse en piloto de la aerolínea Qantas.
El hombre tenía 53 años cuando tuvo lugar lo que describió como una “caída de la computadora”, algo que cambiaría la forma de ver el trabajo que amaba.
Volando a medianoche, a más de 10.000 metros de altitud y velocidad crucero de unos 850 km/h en la ruta Singapur – Perth, se produce una súbita caída de 150 pies en tan sólo 2 segundos.
En ese momento Sullivan toma el control manual del avión y logra volver al nivel de 37.000 pies, pero nuevamente el mismo cae en picada unos 400 pies en 15 segundos.
En esa situación, y tratando de recuperar el control, ambos pilotos se dan cuenta de la grave falla de una de las 3 computadoras primarias de vuelo (PRIM).
Nuevamente estabilizado el avión y con sólo algunos de los instrumentos operando correctamente, Sullivan declara la emergencia y solicita a la torre de control más cercana los vectores para realizar un aterrizaje urgente.
Para este entonces ya había a bordo al menos 100 pasajeros heridos por las violentas picadas, casi un tercio de los más de 300. Unos 20 pasajeros y la tripulación a bordo del vuelo resultaron gravemente heridos – algunos con lesiones de la médula y otros con los huesos rotos y laceraciones.
La suerte estuvo del lado de los experimentados pilotos, quienes pudieron dirigir el A330 en forma segura a la pista del aeropuerto de Learmonth.
Tres años después del accidente, la Australian Transport Safety Bureau encontró datos inexactos sobre las mediciones de velocidad y ángulo de ataque enviadas a las computadoras del avión. Las causas de la falla nunca fueron descubiertas.
Para Sullivan el incidente tuvo consecuencias que cambiaron completamente su vida y la forma de ver la aviación, su pasión.
El piloto se tomó una licencia de ocho meses, pero cuando regresó a trabajar notó estar constantemente preocupado por perder el control de su avión.
Después de tres décadas de trabajo en Qantas, Sullivan finalmente decidió renunciar en 2016.
Sin embargo, en voz baja, todavía se preocupa por el alto grado de control durante el vuelo que tienen las computadoras.
*Con información de El Sol
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