El presidente Donald Trump se reunió con directivos de las principales aerolíneas de Estados Unidos para conversar acerca de la creación una empresa no lucrativa para gestionar el Control de Tráfico Aéreo del gran país del norte, algo por lo que estas líneas aéreas ya llevaban mucho tiempo haciendo lobby.

El objetivo es que la nueva entidad que surja sea autónoma y auto suficiente en cuanto a recursos.
La medida de privatizar el ATC estadounidense ya se contemplaba en los presupuestos nacionales para este año. En 2016 el sindicato de controladores se mostró a favor de esta privatización siempre y cuando los controladores mantuviesen sus beneficios, salarios y representación sindical. Sin embargo, desde el sindicato Professional Aviation Safety Specialists, AFL-CIO, que representa a unos 11.000 trabajadores de la FAA se ha criticado esta operación: “Privatizar el sistema de aviación más grande y complejo del mundo es un paso arriesgado e innecesario en este punto clave de su modernización. Se están haciendo progresos verdaderos a través de los programas Next Generation Air Transportation System (NextGen). Romper el sistema para establecer un monopolio quitará el foco de los sustanciales progresos ya realizados. Esto ralentizaría las mejoras y posiblemente comprometería la seguridad para arreglar un sistema que no está roto”.
Y esta no es la única voz en contra al mismo tiempo que se producía la reunión en la Casa Blanca. Numerosos profesionales, analistas y especialistas en control aéreo y transporte aéreo se muestran en contra de esta posible privatización, poniendo en duda la capacidad de las aerolíneas de poder gestionar más de 300 centros de control, con más de 30.000 empleados a la vista de los problemas que las aerolíneas muestran cada poco tiempo, con caídas de sus sistemas, aviones que quedan abandonados durante horas en las plataformas de los aeropuertos, con sus pasajeros a bordo (tantos que se ha tenido que elaborarse un protocolo para estos incidentes; y sin olvidar como tratan a sus clientes; cuestionándose “si están listos para manejar complejas modernizaciones tecnológicas”.

La mano derecha de Trump en estos asuntos, Elaine Chao, dijo que el espacio aéreo de Estados Unidos sigue siendo el más seguro del mundo, pero está manejado de forma ineficiente. Billones y billones de dólares del dinero de los contribuyentes se gastan en ATC, 7 billones bajo la administracion Obama, y otros 50 billones en los últimos 40 años para modernizarlo y no es mucho lo que se ha logrado.
Se dijo además que la nueva entidad será supervisada por un comité de 13 miembros que incluirá a responsables de la industria aérea, sindicatos, aviación general, aeropuertos y otras partes interesadas.
También se ha criticado la cesión gratuita de un activo público clave a las aerolíneas, que así podrán obtener nuevos beneficios económicos de los pasajeros.
Existen referencias de otros países que tomaron el mismo rumbo, como Canadá y Australia, con mejor y más moderna tecnología y gestionando hasta un 50% más de tráfico.