Se trata de un avión de dos pasillos de entre 220 y 270 plazas que quedaría entre el 737 y el 787. Su autonomía rondará las 10 horas o unos 9.500 kilómetros.
Las alas y el fuselaje –con el que quizás Boeing abandone la tradicional sección redonda– serán de materiales compuestos.
La idea es que sirva para tanto para operar entre aeropuertos con mucha densidad de pasajeros como para conectar aeropuertos de tamaño medio en vuelos de media distancia, lo que permitiría a aerolíneas y pasajeros evitarse los grandes aeropuertos.
Boeing estima un mercado de más de 4.000 unidades a lo largo de 20 años para este avión, que entraría en servicio alrededor de 2025.
Con información de Gizmodo.