Los ekranoplanos o aviones de efecto suelo son una auténtica rareza en el mundo de la aeronáutica. Se trata de aeronaves que vuelan a solo unos pocos metros de altura aprovechando un principio aeronáutico conocido desde los años 20 por el que la sustentación se incrementa cuanto más cerca esté de la superficie sobre la que vuela.
El concepto resultante es una especie de hidroavión con unas alas inusitadamente cortas pero que es perfectamente capaz de volar a escasos metros del agua. Los ekranoplanos no están pensados para volar sobre tierra, donde el terreno es demasiado irregular, pero son perfectos para desplazarse sobre el mar. En cierto modo es como un barco, pero capaz de moverse a velocidades de 400 km/h y con una maniobrabilidad que haría palidecer de envidia a cualquier barco de guerra.
Esas características llevaron a la antigua Unión Soviética a iniciar un programa de ekranoplanos en los años 60. El más notable de ellos fue el Monstruo del Mar Caspio (arriba), un ekranoplano de 100 metros de largo y más de 500 toneladas cuya capacidad de carga era mayor que la del mítico Antonov An-225 Mriya. También hubo modelos “ligeros” como el Lun-6 o el Orlenok.


El programa de ekranoplanos se interrumpió con la caída de la Unión Soviética y nunca ha despegado de nuevo pese a algunos tímidos intentos. La mayor parte de aviones de efecto suelo de aquella época se pudren hoy en astilleros abandonados.
El nuevo ekranoplano ruso es un modelo mucho más humilde. El Chaika A-050 es un avión efecto suelo para transporte de pasajeros con capacidad para 100 personas.

El diseño es definitivo, pero apenas hay más información sobre este nuevo ekranoplano. La foto y los datos proceden de la embajada rusa en Sudáfrica.
*Con información de Popular Mechanics y Gizmodo