Por Gustavo Galeano
Superar las adversidades no es una idea nueva para la capitán Shaesta Waiz. Luego de escapar de la guerra afgano-soviética en su país natal, llegó a Richmond, California, Estados Unidos, siendo aún niña. Fue la primera en su familia en asistir a una universidad, la primera mujer piloto civil afgana certificada, y ahora, a los 30 años, es la mujer más joven del mundo en lograr un vuelo completamente sola en una aeronave de un solo motor.
La hazaña tomó tomó 145 días, sobrevolando 22 países en un Beechcraft Bonanza A36. Ayer miércoles 4 de octubre por la noche, Shaesta completó su circunnavegación por la tierra, aterrizando en Daytona Beach, Florida, ciudad donde se formó como piloto en la escuela de aviación Embry-Riddle.

Cuenta Shaesta, que nadie en su familia ni en su comunidad tomaron en serio su interés por la aviación. La inspiración para volar llegó a ella los 17, cuando abordó un vuelo desde California a Florida. En ese momento, recuerda haber tenido miedo de muchas cosas, como que los aviones cayeran del cielo y la aplastaran. Pero a medida que creció tomó valor y se inscribió en una escuela de aviación. Sin embargo, no fueron fáciles los inicios. “Sentí mucho rechazo de la gente”, dijo. “No fue como, ‘¡Wow! Sigue adelante, tienes nuestro apoyo. Fue más bien un, ¿Qué estás haciendo? ¿Realmente estás haciendo esto?”.
El mayor desafío de Shaesta en su carrera profesional fue solventar la costosa escolaridad del Embry-Riddle, unos $ 25,000 al año. Su entrenamiento se demoró varias veces gestionando becas y donaciones para financiar su formación.
Tampoco había muchos mentores que le sirvieran de ejemplo. Hoy en día, apenas el 6% de los pilotos del mundo son mujeres. Para equilibrar el desbalance, Shaesta fundó Dreams Soar en 2014, una organización que guía a mujeres en el objetivo de aumentar su incursión en la aviación.
Durante su paso por diferentes naciones como India, Singapur, Australia, Egipto, Sri Lanka, entre otros, hombres y mujeres que sueñan con volar, la recibieron con alegría y emoción portando banderas de sus países. Shaesta difundió en todo momento un mensaje de convicción y lucha incansable por sus objetivos.
“Nunca se sintió realmente como un vuelo solitario”, dijo Shastá en un discurso a su vuelta, refiriéndose a las personas que la apoyaron desde tierra y a lo largo de su viaje.
Como antecedentes, el australiano Lachlan Smart dio vuelta a la tierra a los 18 años el año pasado, y el estadounidense Matt Guthmiller lo hizo a los 19 años en 2014.
La OACI destaca que el desarrollo de la fuerza laboral para aviación depende críticamente de que la educación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas tenga mayor capacidad y sea accesible globalmente, por lo que la campaña Dreams Soar brindó una oportunidad única para generar conciencia en estos aspectos en todo el mundo, así como promover otros importantes objetivos de desarrollo sustentable de la ONU, como la igualdad de género y asegurar el acceso a educación inclusiva y de calidad a todos los jóvenes del mundo.