Un día como hoy, 28 de noviembre de 2016, un avión regional cuatrimotor Avro RJ85 de la boliviana Lamia en el que viajaba el equipo de fútbol brasileño Chapecoense, periodistas y otros, se estrelló cuando estaba próximo a aterrizar en Medellín, Colombia.
En el avión con matrícula CP2933 cubriendo el vuelo 2933, viajaban 72 pasajeros y 9 tripulantes, de los cuales solo sobrevivieron cinco (inicialmente 6, luego falleció una persona más). La aeronave se accidentó a las 21:58 horas, a 5 minutos de su aterrizaje en la localidad Cerro Gordo, jurisdicción de La Unión, Antioquia, donde se encuentra el aeropuerto José María Córdoba.
El PAC Gustavo Encina, de nacionalidad paraguaya, representante comercial de la aerolínea boliviana Lamia en Paraguay y amigo nuestro, también falleció en la ocasión.
El vuelo partió desde el aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz de la Sierra, y debía haber hecho una parada de reabastecimiento de combustible en Cobija, ciudad norteña boliviana, pero el Capitán Miguel Quiroga continuó directo hasta Colombia.

El apuro en llegar a destino, un plan de vuelo defectuoso, el exceso la confianza, cálculos erróneos, la presión, negligencia de varias partes, principalmente del comandante y una gran irresponsabilidad en conjunto condenaron aquel fatídico vuelo.
Semanas después de la tragedia, se publicó la grabación entre la tripulación del Avro RJ85 y la controladora de tráfico aéreo de turno en aquel momento en espacio aéreo colombiano. En la misma se escuchan además las conversaciones de las tripulaciones de Avianca y Latam Colombia con la misma CTA; aeronaves que también estaban descendiendo en aquella terminal aérea.
El piloto de Lamia pidió preferencia para el descenso aduciendo problemas de combustible, a lo cual la controladora informó que previo a ellos un A320 de Viva Colombia había reportado pérdida de combustible, por lo que el mencionado avión tenía prioridad para el descenso.
Debido a la insistencia del Comandante boliviano, la controladora modifica el rumbo de las demás aeronaves para otorgar la prioridad de aterrizaje al avión de Lamia, pero mientras transcurren los segundos desde dicha aeronave se reporta además la pérdida total de sistemas eléctricos, por lo que la CTA debía guiarlos a la pista, pero al no contar con la posición del jet y otras herramientas de localización no fue posible lograrlo.

El avión quedó sin una gota de combustible mientras la tripulación intentaba desesperadamente alcanzar la cabecera de la pista. Los investigadores no identificaron ningún incendio ni falla técnica que pueda haber causado o contribuido al accidente ni se presentó un acto de sabotaje o intento suicida.
“Lo que ha acontecido con este trágico evento es responsabilidad directa de la empresa Lamia y el piloto”, dijo el ministro de Obras Públicas y Servicios de Bolivia, Milton Claros.
También se procesó a la funcionaria de la Administración de Aeropuertos y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea (AASANA) Celia Castedo, por incumplimiento de funciones como responsable inmediata de la técnica por no haber advertido de los errores detectados en el plan de vuelo de Lamia.

Como consecuencia del grave accidente, la Dirección General de Aeronáutica Civil de Bolivia informó la “suspensión de manera inmediata” del permiso de operación de Lamia, empresa con un dudoso origen en Venezuela, país donde luego se le negaron los permisos de operar, por lo que finalmente se estableció físicamente en Bolivia. También se mencionó que hubo problemas con la empresa aseguradora, autorizaciones negadas para volar a Colombia, costos dudosamente bajos cobrados a los equipos de fútbol con tal de que éstos contraten sus servicios, entre otros.