Por Ricardo Cibils
Desde la Cámara de Turismo, me informaron que el horario del pick up en el Holiday Inn es a las 09:40. Firme como soldado estuve ahí con 20 minutos de antelación en el lobby, para automáticamente desplazarnos al precioso Valle de Punilla, compuesto por varias localidades que detallaré.
Llega la Mercedes Benz Sprinter ploteada con el logo de la agencia Nativo, desciende del bus Sol (nuestra guía, cordobesa de pura cepa), a lo cual salgo al paso y me identifico. Me dice que acceda al transporte, dentro del mismo, soy recibido por Tomás, que ofició de nuestro chofer, junto con 4 personas más, siendo en total 5 pasajeros: 2 mujeres de nacionalidad argentina, una mujer suiza, un hombre argentino, y quien relata, paraguayo.
Automáticamente abandonamos el Holiday Inn y Sol nos va detallando todo lo que vemos alrededor. Así también, nos da una breve introductoria de la fundación de la Ciudad de Córdoba, enterándome ahí que el verdadero nombre es “Córdoba de la Nueva Andalucía”, fundada en 1573 por Gerónimo Luis de Carrera, conocido por los lugareños como “Don Gero”.
Pasamos el “tropezón” (con un significado que data desde la colonia, este tropezón es donde se unen las vías de acceso y salida a la capital de la provincia), y emprendimos marcha. Al ser temporada de lluvias, ya sabíamos que mayoritariamente veríamos paisajes muy verdes. El primer pueblo que pasamos fue La Calera, que fue la primera en recibir a los españoles luego de la fundación de Córdoba. Además, los jesuitas se instalaron ahí, producían cal (de ahí el nombre Cal-era), e incluso sigue La Calera produciendo dicho recurso hasta hoy día. Pudimos además apreciar el Dique San Roque en nuestro camino. Atravesamos Santa María de Punilla, población que nace estigmatizada por la tuberculosis y afecciones respiratorias, ya que en la antiguedad no existían medicamentos, la mejor forma de tratar estos casos era adentrándose en climas secos, como el que predomina en esta localidad. Fermín Rodríguez, conocidísimo doctor, consiguió un préstamo estatal y levantó 2 hospitales “Climatológicos”.
Paramos en Cosquín, esta localidad es conocida por los burros y la música. También pudimos divisar su bella iglesia, locadalizada exactamente frente al Centro Cultural Enrique Berizo. Continuamos la travesía hasta La Falda, pueblo conocido principalmente por un populoso hotel (el hotel Edén) que dio vida a esta zona. Ahí también apreciamos la técnica del cristal de Murano, siendo quien nos recibió, una de las 8 personas a nivel mundial que aún conserva esta tradición de origen italiano (proveniente de Murano, la Isla de Venecia).
No paramos en el Dique San Roque, pero sí en el Dique “El Cajón”, una maravilla de la ingeniería mezclada con unos paisajes sencillamente indescriptibles. Creo que las imágenes podrán ser más elocuentes que cualquier relato. Volvimos al centro de la Falda, para almorzar en el restaurante Eden. En mi caso particular, me deleité con un filet de merluza con ensalada completa, bebiendo una cerveza cordobesa. Todos pedimos platos distintos, pero todos quedamos más que satisfechos.
Concluyendo la jornada, nos dirigimos a Los Cocos, pueblo que debe su nombre a una planta autóctona que tiene Coco como nombre científico. Ahí, el grupo se dividió, teníamos al Parque el Descanso con sus laberintos, museos y esculturas, y en frente, la Aero silla de Los Cocos. Personalmente opté por la última y no me arrepiento. Costó el boleto 220 pesos. Ahí, fui recepcionado por Nicolás, Facundo, Dámaris y Florencia, me tomaron una fotografía con su cámara, y abonando 100 pesos, tengo el recuerdo personalizado del complejo. También, se puede realizar canopy, desde donde te deja la aero silla. Claro, ya que estaba ahí, no podía tirar la toalla a último momento, y me lancé. El paisaje es maravilloso, y la vista que se obtiene del otro lado, es una postal digna de ser retratada.
Luego, nos vino la famosa tormenta en las serranías de la que tanto énfasis nos han hecho, ya que Córdoba y provincia dependen de las lluvias para alimentar sus caudales. Por lo que, Villa Carlos Paz, solo la bordeamos, pero, no podíamos no dejar de visitar la fábrica de alfajores La Quinta, con el clásico alfajor cordobés, y una visita pequeña y breve, pero dejándote con una sonrisa por la dinámica con la que la realizan.
Luego de una hora en ruta desde Carlos Paz, la primera en descender fue Sol, agradeciéndonos por la atención, y nosotros a ella por las gentilezas. Luego descendieron los 4 pasajeros que me acompañaban, siendo entonces el último en ser dejado por Tomás en la puerta del hotel.
Dejamos las preciosas tomas a disposición como galería.
Agradecimientos
– María Emilia Anzil y Guadalupe García: Cámara de Turismo de la Provincia de Córdoba
– Nativo Viajes
– Sol y Tomás, por habernos hecho disfrutar el viaje de principio a fin