Las condiciones generales ya están fijadas. Estará prohibido introducir a bordo objetos personales inherentes a la limpieza personal como las típicas toallitas de viajes y los que necesiten ir al baño solo podrán beneficiarse del servicio por un máximo de 30 minutos por vez. Las sesiones siguientes tendrán un coste adicional y, tras el uso personal, los viajeros podrán rociarse con unos aerosoles perfumados por un dólar extra.
“En una rueda de prensa celebrada en febrero sobre nuestros servicios, algunos reporteros preguntaron si nuestro modelo a la carta significaría el pago por el uso de los baños, y eso nos hizo pensar…”, afirmó el presidente de la compañía Steven Greenway. Y es que no hay nada como dar ideas…
Dicho y hecho. Los altos mandatarios de la empresa analizaron la propuesta y concluyeron que hay costos asociados con la oferta de servicios a bordo del lavabo que no tenían por qué pagar solo ellos: mantenimiento, agua, limpieza, etcétera.
“Ya que no todos los viajeros necesitan usar el baño en un vuelo, es lógico que el uso de esos servicios solo cueste a las personas que lo emplean y no a aquellos que no lo hacen”, añade como explicación Greenway.
Sin embargo, la perspectiva de cobrar por usar el baño no representa una novedad en el mundo de los cielos. Hace nueve años, la aerolínea de bajo coste irlandesa Ryanair estudió la posibilidad de hacer pagar a los viajeros por beneficiar del retrete. Su presidente, Michael O’Leary, tenía previsto instalar un servicio de monedas en los lavabos, pero su voluntad nunca fue cumplida.