Por Gustavo Galeano
Y es que el constructor ucraniano no ha sido capaz de enfrentar la competencia occidental, y fuera de los grandes y robustos aviones construidos en décadas pasadas, principalmente cuando esa nación aún formaba parte de la ex Unión Soviética, como por ejemplo el An-225 Mriya, no es considerado un player relevante a nivel global.
El gobierno ucraniano es el principal inversor de Antonov, y como tal, pretende reimpulsar la compañía discontinuando los productos menos competitivos, como el twin-jet regional An-148, con escaso éxito comercial, y focalizarse en modelos con más potencial como el An-158, que tiene una cartera con entregas pendientes.
Kiev quiere replantear su estrategia para fortalecer los mecanismos de manufactura de aviones, para comenzar a ver frutos hacia 2022 y aumentar así significativamente las fuentes de empleo.
La modernización de la cadencia de producción y el desarrollo de nuevas tecnologías en aeronaves militares y helicópteros civiles, así como el reemplazo de piezas y aviónica de origen ruso, serán otros de los pilares del desafío.
¿Lo logrará Antonov? El tiempo lo dirá.