La aviación mundial dedica varios días al año a recordar a quienes hacen posible su existencia, hombres y mujeres que en ocasiones desplazan sus propias vidas a segundo plano priorizando eso que les produce piel de gallina: volar.
Hoy se recuerda el día internacional de los tripulantes de cabina de pasajeros, conocidos de manera abreviada como TCP. En honor a ellos, contactamos a una amiga de la casa, Else Schittner, Jefa de Cabina en Latam Airlines, con casi tres décadas dedicadas a la aviación paraguaya.
¿Cómo fue tu inicio en la aviación? ¿Qué te inspiró a formarte en la industria?

¡Desde muy chica me apasionó la aviación! Para mí era una fiesta ir con mis padres al aeropuerto viejo a recibir a alguien. Pero en verdad me hice “adicta” cuando mi querido tío Beto Vera Vierci, amigo de mis padres, construyó una pista de aterrizaje junto a la quinta que teníamos en Isla Valle, Areguá. Todos los domingos era un festival aéreo, el más alegre grupo de amigos se reunía para practicar aeromodelismo, paracaidismo y vuelos con acrobacias aéreas. Tío Beto me consentía trayéndome de regreso en su avioneta, hasta el Aeroclub del kilómetro 4 1/2.
El haberne postulado como Tripulante de Cabina de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP) se lo debo a Milva Gauto, quien ya era Tripulante, y conociendo mi sueño de ser azafata me animó a hacerlo para una convocatoria a finales de 1989.
Comenzaste trabajando en LAP, ¿qué recordás de aquella época?
Comencé a volar como TCP en LAP en noviembre de 1990, época dorada de la aviación paraguaya, un verdadero privilegio. Usar ese uniforme era todo un orgullo para mí. Además de cubrir los vuelos regionales, llevábamos la bandera paraguaya a importantes aeropuertos de Europa y Estados Unidos. Los pasajeros apreciaban nuestra calidez y cordialidad, así como el excelente servicio que ofreciamos. Aunque en vuelo prevalecía la disciplina jerárquica heredada de la Fuerza Aérea Paraguaya, el grupo de compañeros era unido y la pasábamos muy bien durante los pernoctes.
¿Qué cambios encontrás en la aviación de aquella época a esta parte?
Definitivamente con la aparición de las aerolíneas “low cost”, las líneas aéreas tradicionales con servicios de excelencia, se vieron forzadas a reducir costos para hacer frente a tan dura competencia. Infelizmente en aviación solo se pueden reducir costos en detrimento del servicio y confort de los pasajeros, y en la precarización de las condiciones de trabajo de sus funcionarios. Fue muy triste ser testigo de esa degradación que al principio fue sutil pero sostenida en el tiempo, y que ya en los últimos años tomó proporciones impensadas y para nada sutiles. Aparentemente los pasajeros encontraron una forma de manifestarse al respecto, dejando de vestirse formalmente para los vuelos y embarcando en shorts y zapatillas.

Volaste en muchos aviones como TCP, ¿cuál es tu favorito y por qué?
Comencé volando en los Boeing 707 y los McDonnell Douglas DC8, incluso en una ocasión en las que uno de estos tuvo una falla mecánica, hice un vuelo a Montevideo con el Elektra C, que ya estaba fuera de línea, pero que en esa ocasión volvió del hangar para salvar la operación. Un tiempo después se incorporaba a la flota de LAP el gran DC10, trayendo muchos avances tecnológicos para comodidad del trabajo de la tripulación. En LAPSA volé el Boeing 737-200, en TAM Mercosur el económico y rentable Fokker 100, y actualmente en LATAM el Airbus A320. Preguntarme cuál es mi avión favorito es como preguntarme cuál de mis hijos es mi preferido, quizás tenga más afinidad y buen relacionamiento con alguno de ellos pero no lo voy a decir en voz alta, porque les amo por igual y viví momentos increíbles y únicos con cada uno de ellos.
Te tocó experimentar alguna situación desagradable o riesgosa a bordo?

En 27 años y medio de aviación viví experiencias de todo tipo, tantas que podría escribir un libro, posibilidad que no descarto por lo que no voy a darles demasiados adelantos. De las experiencias riesgosas que recuerdo mencionaré una ocasión en la que el comandante y el copiloto no lograban arremeter para sacar el avión de un “windshear” que desestabilizaba peligrosamente nuestra aproximación final, hasta que finalmente lo lograron. Atravesé varias turbulencias severas, nubes con granizo y sentí el latigazo de un rayo azotando el avión, pero sin duda, las situaciones médicas a bordo son las más preocupantes para la tripulación de cabina ya que de nuestra buena gestión y de los primeros auxilios dependen la salud y en ocasiones la vida de un pasajero. Anécdotas cómicas o insólitas a montones, como la vez que un pasajero nos exigía que rescatemos del tanque de residuos del baño su prótesis dentaria, o la vez que en un vuelo entre Cochabamba y Santa Cruz a una pasajera se le escapó un ave que comenzó a volar por toda la cabina de pasajeros.
La profesión de TCP requiere vocación y amor, ¿seguís disfrutando esta carrera como el primer día o sentís que los decibeles bajan con el correr del tiempo?
¡Sigo disfrutando de mi profesión de TCP tanto o más que el primer día! Amo tanto lo que hago, que incluso me molesto un poco cuando alguien me pregunta: “¿Hasta cuándo pensás seguir volando?” La respuesta cortez suele ser: “Es mi profesión, hasta que me jubile si Dios lo permite”.
¿Qué recomendaciones podés dar a quienes quieran comenzar a trabajar en la profesión?

La profesión de tripulante de cabina es esencialmente la de técnico en seguridad de vuelo, pero está íntimamente ligada al servicio, que es su faceta cotidiana y visible. Si no se tiene vocación de servicio es imposible sentirse realizado como TCP. La habilidad de poder trabajar en equipo es imprescindible, así como la capacidad de administrar situaciones imprevistas y de contingencia. También hay que tener en cuenta que hay mucho renunciamiento aparejado con la actividad, nuestros días y horarios libres no coinciden con los de los demás, por lo que nuestra vida social y familiar se ve afectada. Hay fechas particularmente sensibles como navidad, año nuevo, día de la madre y del padre, en las que probablemente estemos volando. Para un TCP estudiar una carrera universitaria no es imposible, pero requiere de muchísimo esfuerzo y perseverancia, debido a la baja posibilidad de asistencia a clases. Si después de analizar todo lo anteriormente mencionado continúan queriendo ser tripulantes de cabina, les recomiendo que inviertan en estudiar idiomas, que son nuestras herramientas cotidianas. Un buen nivel de inglés es excluyente en la mayoría de las aerolíneas.
Desde aeronauticapy.com agradecemos una vez mas a Else Schittner por tomarse el tiempo de compartir sus experiencias con nuestros seguidores y esperamos que sirva de motivación para quienes quieran adentrarse en esta apasionante carrera.
¡Muchas Felicidades!