Mencionaremos su periplo en pos de su sueño de convertirse en piloto comercial, así como el inicio de su amor por la aviación.
Romina nació y creció en Lambaré, desde pequeña, manifiesta un genuino interés por el mundo aeronáutico, recordando sus vivencias (como muchos de nosotros) en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi, despidiendo a un ser querido, como en el caso de ella, despedía a su hermana que viajaba constantemente. Estas idas a nuestra principal terminal aérea, hicieron grabar en su mente una imagen que todo amante de los aviones guarda: el despegue y posterior ascenso, como el momento de retraer el tren principal y de nariz.
Como su familia y sus padres son peruanos, tuvo la posibilidad de viajar a Perú con el fin de visitar a sus familiares. Los viajes al país inca incrementaron su admiración por las aeronaves, aumentando así su curiosidad por ellos. Los padres de Romina, decidieron retornar a Perú cuando ella tenía 10 años de edad; instalándose en Puno, una ciudad al sur del Perú, a orillas del lago Titicaca. Representó un cambio enorme para ella, pero no dejó de volar, cada vez más le llamaba la atención, pero no pensaba aún en estudiar para ser piloto. No conocía a nadie que lo fuera, tampoco creía posible aspirar a ser.
Previo al fin de sus estudios secundarios, leyó un artículo de jóvenes pilotos, llevándola a indagar más para conseguir información. Este detonante, le hizo creer que ser piloto comercial era posible y podía luchar por su anhelo. Entonces, se mudó de Puno, a la capital peruana.
Ya en Lima, comenzó a estudiar en la Escuela de Aviación Civil de la Fuerza Aérea del Perú, estudió un año; en ese entonces, no había tantos centros de instrucción, y luego de 12 meses aún no podía volar. Con apoyo de su familia, viajó a New Smyrna, Florida, para estudiar en Epic Flight Academy.
En dicha academia de vuelo, pudo surcar el cielo como alumno piloto, reafirmando desde su primer vuelo de instrucción que la aviación era su pasión verdadera. Su instructor, tras su primer despegue, le dijo “bienvenida a tu nuevo hogar”. Esforzándose, pudo retornar a Perú luego de 10 meses.
Entrar a una aerolínea de gran status, demanda una competencia de selección bastante fuerte. Uno puede postularse solo una vez por año. Al principio, quedó fuera de varias convocatorias, sin embargo, no renunció a su sueño y siguió perseverando. Mientras esperaba nuevos procesos de selección, siguió estudiando variados cursos de aviación, como cursos para aerolíneas pequeñas que vuelan las líneas de Nazca, cursos para convertirse en instructor de vuelo, gestión aeronáutica, entre otros. Los cursos, realizaba paralelamente de su licencia ATP (Airline Transport Pilot, traducido como licencia de piloto de transporte de línea aérea), mantenía en vigencia realizando vuelos esporádicos, acumulando horas de vuelo para siguientes búsquedas laborales.
El año pasado, nuevamente hubo una convocatoria de Latam Airlines Perú, tras un extenso proceso y diversas evaluaciones, en abril recibió la noticia de haber ingresado, siendo esta la sorpresa más feliz que recibió en su vida, según nos manifiesta. Se desplazó a Sao Paulo, Brasil, para realizar el entrenamiento pertinente en el simulador del Airbus A320 en CAE South America Flight Training, y recientemente aprobó todas las evaluaciones de IOE y su chequeo ante la Dirección General de Aviación Civil (DGAC), autoridad aeronáutica civil del Perú. Así fue su proceso hasta incorporarse completamente a Latam Airlines Perú, como Primer Oficial; un sueño para ella, que disfruta plenamente su pasión.
Como muchos de nuestros lectores aspiran a ser pilotos comerciales a futuro, Romina Quintanilla insta a luchar por lo que les apasiona: “Lo que me gustaría compartir con los lectores es que siempre perseveren y sigan creyendo en sus sueños, ya que fue algo difícil poder entrar a una aerolínea y aunque a veces parecía que no se iban a dar las cosas seguía intentando y siempre estudiando y mejorando”.
Adjuntamos sus fotografías retratando sus inicios hasta la actualidad.
Aeronáutica Paraguay agradece gentilmente a Romina Quintanilla, deseándole buenos vuelos y buenos vientos. ¡73!