Lo que algún día fue el aeródromo militar de Taganrog, pasó a ser el lugar de último descanso para decenas de aviones de combate en los últimos años de la Unión Soviética. Las naves esperaban resignadas a convertirse en chatarra, pero fueron rescatadas por los activistas amantes de la aeronáutica, quienes les dieron una segunda vida.
Todo cambió para estas reliquias del aire, gracias a un grupo de entusiastas y expilotos militares locales que se ofrecieron como voluntarios para salvar al menos una copia de cada nave. Como resultado, la ciudad de Taganrog se hizo con un verdadero Museo de la Aviación, donde se exponen aviones como el MiG-21, MiG-23, Su-17, MiG-21 y MiG-25.