Un día como hoy, 24 de marzo, pero de 2015, ocurría la tragedia del vuelo 4U 9525 de Germanwings, cuando el Airbus A320 que cubría la ruta entre Barcelona, España y Düsseldorf, Alemania, se estrelló en los Alpes franceses.
El bimotor europeo despegó de El Prat a las 10:01 hacia la ciudad germana con 144 pasajeros (incluyendo 2 bebés), 2 pilotos y 4 miembros de la tripulación, y se estrelló en el macizo de Estrop, en los Alpes franceses de Provenza, cerca de la localidad de Barcelonnette. Se trató de la peor catástrofe de la aviación europea en cinco años y el primer siniestro de una línea de bajo coste en la Unión Europea.
El avión desapareció de los radares a las 10:39. Los datos arrojaron que, antes de ello, el A320 habría comenzado a caer a las 10:31 y habría perdido unos 4.000 metros de altitud en 4 minutos. En un principio se pensó que los pilotos habían emitido una señal de emergencia a las 10:47, cuando el avión se encontraba a 1.500 pies de altura y en una situación anormal, pero en realidad fue enviada por los controladores de tránsito aéreo.

Investigación
La Oficina de Investigación y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil (BEA, por sus siglas en francés), junto con sus homólogos de la Bundesstelle für Flugunfalluntersuchung (BFU, por sus siglas en alemán), comenzaron a armar el rompecabezas para determinar lo ocurrido. La caja negra que registra los datos del vuelo (FDR) fue encontrada casi dos semanas después del accidente.
Al primer oficial Andreas Günter Lubitz, de 27 años al momento de la tragedia, se le atribuye la autoría del asesinato en masa según las pruebas recabadas, que atestiguan que habría sido planeado de forma fría y calculadora por una persona con rasgos psicopáticos y problemas mentales.
Se concluyó que, volando en circunstancias normales, sin condiciones meteorológicas adversas ni problemas mecánicos, el comandante dejó a cargo del vuelo al copiloto Andreas Lubitz mientras acudió al sanitario por unos momentos, y estando solo en la cabina, éste bajó la altitud y aumentó la velocidad del aparato hasta estrellarlo intencionadamente contra los Alpes franceses.

Lubitz obtuvo su licencia de vuelo en 2010 y habría tenido que renovarla en pocos meses. Esto implicaría, entre otras cosas, un examen médico. Fue contratado por Germanwings en 2013. Tras unos meses como auxiliar de vuelo, comenzó a trabajar como primer oficial de la línea aérea germana en 2013. Tenía 630 horas de vuelo, la mayor parte de ellas en aparatos Airbus.
El acusado padecía miodesopsias severas, una enfermedad ocular, que afecta sobre todo en superficies claras como el cielo, además de problemas visuales asociados como ceguera nocturna, halos y fotofobia. Visitó a más de 40 especialistas, de los cuales numerosos eran oftalmólogos, que ignoraron o no encontraron solución a su problema, lo que pudo acrecentar sus trastornos psicológicos. Ninguno de los médicos percibió tendencias suicidas en el paciente.
Había pasado todo el entrenamiento de vuelo y la evaluación psicológica, aunque tenía antecedentes de tendencias suicidas, problemas de visión y estrés laboral. En 2010 la Administración Federal de Aviación le denegó la licencia por cuestiones relacionadas con su aptitud mental. Su expareja, afirmó que Lubitz le había dicho:
“Un día voy a hacer algo que cambiará todo el sistema y así todos van a saber mi nombre y recordarlo”.
Tragedia mundial
La mayoría de las víctimas fueron ciudadanos alemanes y españoles, pero también habían estadounidenses, británicos, australianos, iraníes, japoneses, colombianos, entre otros, a bordo.
Entre los fallecidos, hubo además, dos personas residentes en Paraguay. Se trató de Juan Armando Pomo, argentino naturalizado paraguayo, y Norberto Ariza, ciudadano venezolano residente en Asunción, cuyas familias presentaron multimillonarias demandas contra el grupo Lufthansa, matriz de Germanwings.