Un día como hoy, 4 de mayo, pero de 1949, ocurría la tragedia de Superga, cuando una aeronave Fiat G.212 de la desaparecida Avio Linee Italiane, se estrelló con todo el equipo Torino Football y comitiva a bordo.
El avión, con 27 pasajeros – todos jugadores y dirigentes del Torino AC, y tres renombrados periodistas deportivos de la época – además de cuatro tripulantes, despegó desde Lisboa a 09:40, luego de disputar un partido amistoso contra el Benfica de Portugal, en el que despidieron al capitán del equipo luso Xico Ferreira. A las 13:00, pisó tierra en el aeropuerto de Barcelona para reabastecimiento de combustible. Posteriormente, a las 14:50, el aparato volvió a partir rumbo al aeropuerto de Turín. La ruta de vuelo estaba planificada para tomar Cap de Creus, Toulon, Niza, Albenga y Savona. Sobre Savona, el aparato viró hacia el norte, en dirección a la capital de Piamonte, donde se esperaba que llegara en 30 minutos. El clima en Turín era complicado; a las 16:55, el aeropuerto de Aeritalia comunicó la situación meteorológica a la tripulación; nubes que casi tocaban el suelo, chubascos, fuertes ráfagas de vientos del suroeste y visibilidad horizontal de solo 40 metros. En este punto, la torre solicitó al piloto su posición. A las 16:59, después de unos minutos de silencio, llegó la respuesta: “2.000 metros. QDM en Pino. Luego cortaremos en Superga”. En Pino Torinese, entre Chieri y Baldissero Torinese, al sureste de Turín, había una estación de radio VDF para proporcionar un QDM en solicitud.

Al acercarse, la nave trimotor de fabricación italiana de la referida como Italian Airlines, se alineó con la pista de la terminal aérea de Turín-Aeritalia, a unas 9 millas de distancia, 305 metros de altura, con Pino a 290° de su arco. Justo al norte de Pino Torinese, se encontraba la Basílica de Superga, situada en una colina a 669 metros sobre el nivel del mar.

Durante su aproximación final, a las 17:03, el Fiat G.212 se precipitó contra el muro de contención en la parte posterior de la Basílica de Superga, que se encuentra en la colina de Turín, se despedazó y ardió en llamas. No hubo sobrevivientes entre los 31 ocupantes.


El comandante, que probablemente creyó que la colina Superga estaba a su derecha, la habría visto emerger directamente frente a él a una velocidad de 180 kilómetros por hora y visibilidad casi nula, y no habría podido reaccionar. Los restos no dieron ninguna indicación de intento de dar un giro. Una teoría que explicaría el desvío es que, debido a los fuertes vientos de lado izquierdo, la aeronave podría haber sufrido una deriva a estribor, que se desplazó desde el eje de descenso y se alineó con la colina de Superga. Investigaciones recientes también sugirieron la posibilidad de que el altímetro hubiera funcionado incorrectamente y se hubiera bloqueado a 2.000 metros, lo que llevó a los pilotos a creer que estaban a mayor altitud.
Los restos que quedaron del avión incluyen una hélice, un neumático, piezas dispersas del fuselaje y las bolsas personales de Mazzola, Maroso y Erbstein, que se conservan en un museo en Grugliasco, cerca de Turín. El Museo del Grande Torino y de la Leggenda Granata, alojado en la prestigiosa Villa Claretta Assandri de Grugliasco, fue inaugurado el 4 de mayo de 2008, aniversario de la tragedia. Ocho de los 18 jugadores (así como dos entrenadores y el periodista Renato Casalbore) están enterrados en el Cementerio Monumental de Turín.

‘Il Grande Torino’ era considerado uno de los clubes más fuertes del mundo en aquel periodo; había ganado cinco campeonatos de liga consecutivos desde la temporada 1942-1943 hasta la 1948-1949 y vivía uno de los mejores momentos de su historia.

El impacto que tuvo la tragedia en Italia fue muy fuerte. El Torino fue proclamado campeón del torneo y los rivales presentaron, cuando les correspondía enfrentar al Torino, formaciones juveniles. El día del funeral, medio millón de personas fueron a la plaza principal de Turín para dar el último adiós a los campeones. El dolor en la sociedad transalpina fue de tal magnitud que al año siguiente la selección azzurra, que perdió además la base de su equipo para el Mundial de Brasil 1950, llegó hasta Sudamérica en barco.