El pasado miércoles 26 de junio, la línea aérea Joon, subsidiaria del grupo Air France-KLM, colgó alas con sus dos últimos vuelos que arribaron al aeropuerto Charles de Gaulle de París, provenientes de Praga, República Checa (JN538) y Roma, Italia (JN405).

Joon había nacido en 2017 con la finalidad de enfocarse en un segmento joven y moderno de pasajeros que buscaban destinos más vacacionales y menos corporativos, además de ofrecer a bordo algunas diferenciaciones con tinte tecnológico, como lentes de realidad virtual para el sistema de entretenimiento multimedia y comida orgánica. El modelo de negocios era híbrido, es decir, no se identificaba como una low cost, pero sin embargo, intentaba competir con firmas de bajo costo como Level y Norwegian, sobre todo en lo que significaba larga distancia.

La compañía comenzó a asumir algunas rutas de Air France dentro de Europa, África, Medio Oriente y Sudamérica (Fortaleza y Quito), pero no arrojó los resultados esperados, además de superponerse en oferta y nunca terminar de consolidarse como tal, por lo que Benjamin Smith, nuevo CEO del holding francoholandés, tomó la decisión de cerrar la filial y recomponer la red de destinos con Air France como la empresa madre.

Los 600 funcionarios que formaban parte de la fuerza laboral y la flota de 15 aviones Airbus A320 y A340 ya fueron transferidos a Air France, por lo que no implica un achicamiento, sino una consolidación.