Días pasados, hemos festejado el día del niño en Paraguay; un día en donde nuevamente los más pequeños de la casa fueron los protagonistas principales, pero seguramente, para todos los padres, el día del niño es cada día año, ya que el simple hecho de ver crecer a los chicos, para nosotros los padres, motivo de festejo. No importa si el regalo es un bien material o simplemente un fuerte abrazo, lo más importante es transmitir ese amor eterno que sentimos hacia ellos.

El amor de los padres hacia sus hijos no tiene límites, siempre deseamos lo mejor para ellos, pero de vez en cuando la codicia puede llegar a cegar ese sentimiento obligándolos a seguir las órdenes de los más grandes, diciendo que todo es por el bien de ellos sin prestar atención a sus opiniones. Hoy te traemos la trágica historia de Jessica Dubroff, cuya inocencia le fue arrebatada por un padre que pensaba que lo hacía todo por ella.
La protagonista de esta historia, Jessica Dubroff, nació el 5 de mayo de 1988 en Falmouth, Massachusetts, Estados Unidos, en el seno de una familia tradicional norteamericana cuyo objetivo de alcanzar el anhelado sueño americano seguía latente desde el momento que Jessica daba sus primeros respiros. Sus padres, Lisa Blair Hathaway y Lloyd Dubroff, la mimaron como lo harían todos los padres, pero fue cuando Jessica cumplió 6 años cuando a su padre Lloyd se le ocurrió la idea de convertir a su hija en una estrella de la nación; para eso usó la fórmula de niñez más la aviación para llamar la atención de todos en especial de la prensa. A tan temprana edad, su padre Lloyd, la llevó junto a un instructor de vuelo para que enseñara a Jessica la técnica de volar cuyo objetivo era batir el récord de otra joven piloto llamada Victoria “Vicki” Van Meter, que a sus 11 años se convirtió en la piloto más joven de los Estados Unidos en realizar una travesía de costa a costa.

Esa aventura que convirtió a Vicki Van Meter en una auténtica estrella de los Estados Unidos, cegó el amor de un padre que empezó a obligar a su pequeña hija a tomar el curso de pilotaje; si bien en sus inicios Jessica tomaba esto por curiosidad, pero con el correr de tiempo, notaba que aún era demasiado pequeña para tal actividad. Pero su padre Lloyd le hizo un lavado de cerebro, diciendo que eso era lo que ella en realidad anhelaba y Jessica tratando de complacer a su padre aceptaba todo lo que él le decía, hasta empezó a hablar con la opinión pública y la prensa, como le había enseñado su padre. En un momento hasta se llegó a decir que el presidente de aquel entonces, Bill Clinton, sería el invitado de lujo en la cabina del avión para acompañar la aventura de Jessica.

Otro de los sueños de Lloyd era que el nombre de su hija ingrese en el libro de Records Guiness como la piloto más joven de la historia; pero años anteriores, la misma Guiness había comunicado que no aceptaría este tipo de retos debido al altísimo riesgo de accidente que conllevaba, cosa que a un padre hambriento de fama no lo detuvo en lo absoluto. De hecho, empezó a realizar una serie de actividades de merchandising como imprimir calcomanías, camisas y gorras alusivas al vuelo de costa a costa que Jessica iría a realizar; artículos que supuestamente serían entregados a los fans de la joven piloto en las ciudades en donde el avión haría paradas técnicas.
Los días transcurrieron y así llegamos al 10 de abril de 1996, fecha elegida por su padre Lloyd como el día de la partida hacia una histórica aventura que convertiría a Jessica en la piloto más joven en realizar un vuelo de costa a costa. En aquel entonces, su padre confiado del logro, había dicho en una entrevista a un medio televisivo que su hija Jessica haría cosas interesantes por la aviación civil desde la recordada piloto, Amelia Earthart. Así, junto a su hija Jessica y el instructor de vuelo Joe Reid, se embarcaron en un pequeño Cessna 177B matrícula N35207 para ese histórico vuelo, que no sería una simple travesía de costa a costa; de hecho Lloyd había planificado la ruta de tal forma que rodeara al país entero como también ya había definido cuáles eran las ciudades en donde realizarían paradas para repostaje de combustible y descanso.

Este era el cronograma y plan de vuelo que Lloyd Dubroff había planeado minuciosamente:
- El punto de partida sería el 10 de abril desde Half Moon Bay en California, de ahí irían a Cheyenne en Wyoming, en donde pararían para descansar. Ese vuelo tendría una duración aproximada de 8 horas incluyendo dos paradas técnicas para cargar combustible.
- El día siguiente, 11 de abril partirían de Cheyenne con destino a Fort Wayne en Indiana, en donde una vez más pasarían el día para descansar, este vuelo tendría una duración aproximada de 7.5 horas incluyendo dos paradas para cargar combustible.
- El día 12 de abril, de Fort Wayne a Falmouh en Massachusetts en donde pasarían el día para descansar, tiempo de vuelo aproximado de 6 horas incluyendo dos paradas técnicas.
- El día 13 de abril, de Falmouth a Washington D.C. en donde pasarían el día para descansar con un tiempo de vuelo aproximado de 3 horas con una parada técnica.
- El día 14 de abril, de Washington D.C. a Lakeland, en Florida, en donde pasarían el día para descansar con un tiempo de vuelo aproximado de 7.5 horas con tres paradas técnicas.
- El día 15 de abril, de Lakeland a Houston en Texas, en donde pasarían la jornada con un tiempo de vuelo aproximado de 7 horas incluyendo dos paradas técnicas.
- El día 16 de abril, de Texas a Sedona en Arizona, con un tiempo de vuelo aproximado de 8 horas incluyendo dos paradas técnicas.
- Y finalmente el día 17 de abril, de Sedona a Half Moon Bay en California con un tiempo de vuelo aproximado de 5 horas incluyendo una parada técnica.
Este histórico vuelo que pasaría por varios estados diferentes fue planeado enteramente por Lloyd Dubroff, quien con ayuda de la prensa que bautizó a este vuelo como “Sea to Shining Sea” (Del mar al mar brillante) definió los lugares en donde realizarían conferencias de prensa para informar el día a día de la aventura de su hija; en estos lugares Lloyd tenía planeado repartir los productos que mandó hacer entre los fanáticos que acompañarían el vuelo completo de Jessica. El viaje desde Half Moon Bay a Cheyenne se realizó de manera programada sin ningún incidente; una vez en esa ciudad, Jessica y u padre Lloyd, brindaron una conferencia de prensa incluyendo una entrevista a un medio radial. El día en Cheyenne no era de lo más alentador, ya que para la hora de la partida al día siguiente se pronosticaba mal tiempo con vientos cruzados acompañado de una fuerte lluvia. En la entrevista en la radio, el director de la estación sabiendo de este pronóstico recomendó a Lloyd postergar su partida hasta que mejore el tiempo, pero eso no estaba dentro de lo programado.

Al día siguiente, como se había pronosticado, amaneció con fuerte vientos y lluvias; todo indicaba a que el vuelo se suspendería, pero Lloyd quería cumplir el cronograma del vuelo a cualquier precio, ya que así lo habían acordado con los medios televisivos que estaban acompañando el vuelo. Antes de partir, Lloyd se comunicó con una estación meteorológica para cerciorarse del estado del tiempo en su ruta. Una vez más hubo pedidos para aplazar la partida, pero un Lloyd dispuesto a cumplir lo prometido hizo oídos sordos a esas advertencias. Pero fue la protagonista Jessica que probablemente presintió que algo no iba del todo bien; un medio registró las que serían las últimas palabras de la niña piloto con vida; en ellas Jessica decía a los periodistas, “¿Oyes la lluvia, la oyes?”. A cada gota que golpeaba fuertemente el fuselaje del pequeño avión, la muerte se acercaba rápidamente.
Tras la entrevista, Jessica sube al Cessna 177B ubicándose al lado izquierdo de los mandos, junto a ella el instructor de vuelo Joe Reid al lado derecho y en el asiento posterior estaba su padre Lloyd, ansioso por llegar a su próximo destino. La aeronave acelera sobre la pista mojada tratando de estar lo más estable posible, ya que el viento la sacudía bruscamente como si fuera una hoja. Una vez en el aire, el controlador de Cheyenne recomienda a Reid realizar un vuelo IFR o Instrumental Flight Rules en vez de VFR o Visual Flight Rules; a esto Reid solicita realizar un SVFR o Special Flight Rules o Reglas de Vuelo Visual Especiales. Los relojes de los espectadores marcaban la hora 8:24 cuando el avión que había despegado se inclina hacia uno de sus lados cayendo en picada sobre Cornegay Court, un barrio residencial próximo al aeropuerto.

El servicio de emergencias llega lo más rápido posible a la escena del accidente, pero lo que encuentran son solo metales retorcidos y los tres cuerpos inertes de sus ocupantes. La corta e inocente vida de una pequeña que probablemente soñaba con seguir otros caminos, pero por confiar y complacer la ambición de su padre fue interrumpida trágicamente de esta manera. Los pilotos que se encontraban en el aeropuerto de Cheyenne en aquel día no dudaron en decir que el mal tiempo fue uno de los principales factores que causaron el desplome del pequeño avión. Además, la NTSB (National Transportation Safety Board) que tomó el curso de la investigación, descubrió que el Cessna 177B había despegado con un sobrepeso de 43,5 kilos, lo cual pudo afectar enormemente la aeronavegabilidad de la aeronave, que sumado a los fuerte vientos pudieron alterar la corriente de aire sobre las superficies de las alas causando un desequilibrio en la aerodinámica.
Otro factor que resaltó la NTSB fue el hecho de que el instructor Joe Reid se haya ubicado en el lado derecho de los mandos; una aeronave pequeña como el Cessna 177B, que es catalogada para operar con un solo piloto, no tiene los mismos instrumentos en ambos lados, quedando los más importantes del lado izquierdo, lugar en donde se sienta el piloto al mando. Se presume que el despegue lo hizo el instructor de vuelo que tuvo que mover la cabeza de tanto en tanto para poder corroborar las informaciones con los indicadores de altura y velocidad de maniobra, que le restaban seriamente la concentración en un momento tan crucial como el despegue, sumado a esta cansada maniobra de girar a cada rato la cabeza, la aeronave carecía del cepillo para lluvia, lo cual imposibilitaba al piloto poder ver al frente del avión debido a la torrencial lluvia que caía en aquel entonces, como también la baja camada de nubes que cubría la zona. Esto probablemente hizo que en un momento dado Reid haya caído un una desorientación espacial, la cual contribuyó a que la aeronave perdiera sustentación y cayera en un stall o pérdida, lo que al final ocasionó la caída y la muerte de todos los ocupantes.

A raíz de este accidente, la NTSB junto a la FAA, tomó acciones sobre estos tipos de desafíos promulgando una ley llamada “Ley de Protección de Niños Pilotos”, en donde se prohíbe rotundamente que un niño sin licencia de piloto y un certificado médico vigente esté al mando de una aeronave. No es de adivinar que en el momento del accidente, Jessica Dubroff carecía de una licencia de piloto oficial como un certificado médico vigente. Además, esta misma ley castiga severamente a todos aquellos pilotos que intenten enseñar a menores de edad a ser pilotos.
La prensa también fue blanco de críticas, ya que ellos mismos alentaban a que se realice este tipos de actividades, lo que representó una presión más para Lloyd a cumplir con el cronograma, ya que debía otorgar las conferencias que había acordado con los medios. El periodista de la cadena ABC Ted Koppel, dijo lo siguiente con respecto a este trágico suceso:
“Debemos empezar por reconocer nuestra responsabilidad en esto, es algo recíproco, ustedes [los televidentes] que quieren historias sensacionales y nosotros [los periodistas] en buscar esas historias, ¿a causa de esta voracidad de noticias hemos contribuido a esta tragedia?, sí, lo hemos hecho… “