Por lo general, las personas suelen atribuir la malas suerte a un pequeño contratiempo que sufren durante su vida; un acontecimiento de que se pasa en algún momento de la vida. En cambio, algunos van más allá y atribuyen la mala suerte a prácticas supersticiosas realizadas por alguien que no es del agrado de una persona. Bueno, al parecer la mala suerte persigue a Boeing como un perro detrás de un hueso.

Hace unos meses, uno de los motores del nuevo gigante; el 777X, sufrió un problema en las paletas del compresor de alta presión, por lo que tuvieron que enviar el mismo al fabricante General Electric, cuyas instalaciones se encuentran en Ohio, para que se hagan las reparaciones necesarias, que culminó exitosamente el pasado mes de octubre y solo quedaba transportarlo nuevamente a la planta de Boeing en Washington.
Como son motores con el diámetro más grande que el fuselaje de un 747 o incluso que el de un 777F, la operación de transporte fue solicitada a la empresa especializada en cargas pesada, la Volga-Dnepr, que posee entre su flota al gran Antonov An-124. La ida hasta Everett transcurrió con toda normalidad, pero a la hora de aterrizar, el An-124 experimentó un hard landing, por lo que uno de los motores reparados del 777X volvió a dañarse.

Los daños fueron identificados durante la inspección visual;afortunadamente para la Boeing, los ingenieros dieron la conclusión de que el reparo podía ser realizado en las instalaciones de Boeing, o sea, no sería necesario llevarlo de nuevo hasta las instalaciones de General Electric.
“Hasta ahora no parece tener ningún daño importante. Boeing recibió recientemente los motores reconfigurados para el primer avión, y el primer vuelo sigue programado para principios de 2020”,