En setiembre de este año, un sonido de explosión retumbó en el interior del enorme complejo que la Boeing posee para realizar tests. Allí se estaban realizando varias pruebas al prototipo del que será el avión bimotor más grande del mundo, el futuro 777X.

Al comienzo, el gigante norteamericano trató de minimizar el hecho, afirmando que se trataba de una prueba de presurización de cabina y por algún defecto en una de las puertas, ésta se había desprendido ocasionando una despresurización explosiva dentro del fuselaje. Ahora, una imagen obtenida por el Seattle Times, revela que aquel incidente fue mucho más grave de lo que se había publicado. En la foto se puede observar que las capas de “piel” del fuselaje se habrían abierto, justo por detrás de la junta de las alas; la puerta que se había desprendido y lanzada al suelo fue resultado del impacto secundario de la ruptura del fuselaje.


Lo mismo ocurre con la prueba de presurización dentro de la cabina. En el interior, la aeronave es presurizada hasta un nivel de 10 libras por pulgada cuadrada, un valor mucho más allá de los valores habituales, lo que no es un requisito habitual para esta prueba, pero algo que Boeing decidió hacer. Con todo esto, el fuselaje delantero es doblado hacia abajo hasta el límite máximo sometiendo la estructura de la cola a una presión de millones de libras. Fue justamente aquí donde ocurrió el desgarre de las capas de la piel del fuselaje, ya que la combinación de las fuerzas de flexión en las alas, y el fuselaje creó una alta carga de compresión en la línea central inferior del fuselaje.
Aquí un vídeo de cómo son realizadas estás pruebas en un E190-E2