La Fuerza Aérea de los Estados Unidos realizó un ejercicio de poder de combate en el que participaron 36 cazas F-35A del proyecto militar más caro de la historia, que superó la marca de los $ 400 mil millones. Los aviones 388 y 419 Fighter Wings despegaron casi simultáneamente, en un corto período de lanzamiento, a intervalos de 20 a 40 segundos, que se repitieron en una serie de maniobras durante todo el día, manteniendo el mismo marco de tiempo.
El ejercicio en Hill Hill, Utah, tenía la intención de confirmar la capacidad del F-35 para realizar una gran fuerza de tareas contra objetivos aéreos y terrestres, demostrando preparación y letalidad.

Al igual que las primeras unidades F-35 listas para el combate, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos está lista para usar el avión en cualquier parte del mundo en cualquier momento. Esto es más de veinte años después del inicio del desarrollo del avión, que costó más de $ 400 mil millones y se enfrentó a una serie de retrasos durante su existencia. El F-35 Lightning II se desarrolló a partir del programa Joint Strike Fighter (JSF), que reunió a un consorcio de países, liderados por los Estados Unidos, cuyo objetivo era desarrollar un caza de quinta generación de bajo costo (sigiloso).

Sin embargo, el proyecto que supuestamente generaría un avión barato y dentro de un presupuesto muy limitado ha extrapolado los costos en más de 100 veces. El costo unitario de cada F-35A es de US$ 85 millones, más del doble del pronóstico en 2000, cuando el valor estimado fue de US$ 40 millones. El diseño original apuntaba a un avión relativamente simple, pero a lo largo de los años el avión ha ganado una serie de nuevos sistemas muy sofisticados y se ha enfrentado a problemas inimaginables. Entre ellos se encuentra el motor, la baja maniobrabilidad que lo hizo más lento en las curvas que sus predecesores de la década de 1970, incluso problemas con la pintura antiradar.

Recientemente, los primeros F-35 se declararon operativos en los Estados Unidos y otros aliados. Aun así, el programa sufrió un revés importante cuando Turquía optó por adquirir los sistemas antiaéreos rusos, lo que obligó a Estados Unidos a prohibir al país del programa JSF.