Transcurría la década de los 90’s y recuerdo perfectamente cuando íbamos al aeropuerto para despedir a algún pariente o simplemente para ver aviones, y al subir a la terraza se podía oler perfectamente ese aroma a kerosene de aviación. Bueno, el tiempo transcurrió y hoy en día la tecnología avanza. Y avanza tan rápido que, en algún futuro no muy lejano, en vez de oler ese olor a kerosene tan propio de la aviación, podríamos sentir el olor a pollo frito, empanadas o tortillas mientras un avión despega.

Fuera de todo divague y hablando en serio, la canadiense Bombardier ha comenzado una nueva fase en el desarrollo de nuevas fuentes de combustibles de aviación sostenibles. El fabricante canadiense ha recibido 27.600 litros de biocombustible a base de aceite de cocina, que se utilizará para alimentar a los próximos Challenger 350 y 650.

La industria aeroespacial ha estado buscando nuevas fuentes de energía renovables que sean complementarias a los combustibles fósiles, que ofrezcan mayores ahorros de costos y tarifas más responsables con el medio ambiente. La industria de la aviación de negocios se ha comprometido con la OACI, el regulador mundial de aviación civil, a reducir las emisiones de carbono en un 50% para 2050, según las tasas de emisión de 2005.

Bombardier ha estado utilizando SAF (combustible de aviación sostenible) desde 2017 en sus vuelos de demostración desde la planta de Hartford en los Estados Unidos. El fabricante también ha probado combustibles renovables para sus vuelos de demostración en los principales eventos aéreos del mundo.