El fabricante estadounidense Boeing reconoce por primera vez un escenario incierto de su avión 737 MAX, cuya flota global de alrededor de 370 unidades se encuentra vetada de vuelo hace ya diez meses tras dos accidentes con pérdida total de vidas.
Boeing dijo analizar el cese de producción del 737 MAX en sus variantes 8, 9 y 10, hasta tanto los entes reguladores de aviación del mundo lo recertifiquen. Y es que los aparatos, aunque se ha ralentizado la línea de ensamblaje, siguen saliendo de la factoría, al punto de que ya ni lugar para almacenarlos hay en la planta de Renton.
La situación ha generado un enorme problema logístico a los usuarios del 737 MAX, que se vieron forzados a reprogramar vuelos, alquilar aeronaves o acelerar la compra de sustitutos, y a Boeing, un dolor de cabeza sin precedentes, además de tirar su centenaria reputación al tacho.

En octubre pasado, Boeing había llevado a cabo dos jornadas de encuentros con pilotos, consultores y expertos de la industria aeronáutica en Seattle para tantear un inminente regreso de la aeronave a las operaciones, pero sin embargo, de momento, todo el proceso de revalidación de aeronavegación del avión 737 MAX atraviesa por un calendario incierto, o al menos demorado, ya que no hay fechas tentativas ni mucho menos concretas para su retorno a servicio regular.
A pesar de que Boeing asegura que la crisis y una posible paralización en la producción no afectará sus resultados financieros, cosa que solo un tonto podría creerle, la compañía ya dispondría de entre 4.700 a 5.300 millones de dólares para mitigar las demandas de las aerolíneas perjudicadas por el grounded y las demoras en las entregas los MAX.