Luego de la corta, pero excelente experiencia volando de Asunción a Puerto Iguazú en el Boeing 787 Dreamliner de Air Europa, ya en tierra realizamos los trámites necesarios de entrada a la Argentina. En nuestro caso, no nos quedaríamos allí, ya que reservamos un hotel en Foz de Iguazú, hacia el lado brasileño.

Ezequiel, a quien conocí gracias a unas publicaciones en Twitter, nos prestó el servicio de ida hasta el lugar de alojamiento, y además, nos dio algunos consejos de cómo aprovechar el corto tiempo que teníamos para visitar las Cataratas del Iguazú. Como esta era la primera vez que íbamos en avión hasta dicha ciudad, la locomoción fue un factor que debíamos calcular, ya que estaríamos dependiendo del transporte local, por lo que fueron muy útiles sus recomendaciones.

Cuando uno viaja al exterior, son de mucha ayuda las aplicaciones de reservas en las que se pueden leer opiniones de usuarios. Tras averiguar y informarnos bastante sobre las opiniones, finalmente nos habíamos decidido por el Hotel Wish Foz do Iguaçu; un resort en medio de un golf club que disponía de muchos otros atractivos para disfrutar con la familia.

Este hotel se encuentra rodeado de un extenso campo de golf en donde cada fin de semana se organizan torneos; a diferencia de los otros hoteles de la zona, las habitaciones están dispuestas dentro de una villa compuesta por 23 casas esparcidas en una amplia superficie; cada una de estas casas tiene 4 a 8 habitaciones, con acceso individual desde el exterior, incluso algunas poseen sus propias piletas y jacuzzi. En las zonas comunes, hay 4 restaurantes, el principal es donde se sirve el desayuno, el almuerzo y la cena; también cuenta con restaurantes especializados en carne y pasta y uno dedicado exclusivamente al sushi. Las habitaciones son grandes, con cambiador y baño separado por una pared espejada deslizable. Dependiendo de la disponibilidad se puede pedir la instalación de una carpa para niños. Hay además espacios deportivos practicar tenis, fútbol, basket, pesca, paseos en bicicleta y obviamente un campo de golf con 18 hoyos. Probablemente, un punto a favor para los que gustan de la aviación, es que el aeropuerto queda próximo, por lo que es posible ver desde el patio los aterrizajes y despegues dependiendo de la dirección del viento.
Fotos del exterior
Fotos de la habitación
Spotting desde el patio del hotel

Las actividades en esta zona turística visitada por millones de turistas al año se centra exclusivamente en las Cataratas de Iguazú; como la intención nuestra era mostrar a las niñas las Cataratas desde una visión más próxima (anteriormente las vieron pero solamente desde un helicóptero), decidimos tomar los tours como el Macuco Safari y la caminata próxima a las Cataratas. El Macuco Safari es una actividad hasta obligatoria para todos aquellos que visitan a una de las ex siete maravillas del mundo; el tour consiste en un paseo por un gran bosque del parque nacional en un vehículo eléctrico tirado de unos vagones, llegando a cierto punto podés descender para realizar una caminata de 650 metros hasta el punto en donde se abordan las lanchas que te llevan a las proximidades de las Cataratas. Si no te gusta la idea de caminar podés tomar un Jeep directamente hasta el mini puerto. El paseo en lancha dura unos 15 a 20 minutos y el punto de mayor adrenalina es cuando se acerca a unas de las caídas en donde salís totalmente empapado, así que es recomendable siempre llevar ropa extras, especialmente si vas con niños. Las caminatas son opcionales ya que podés ir directamente hasta donde se encuentra la caída principal, si optás por realizar la caminata lo recomendable es llevar termos o botellas de aguas para hidratarte constantemente, prendas de vestir ligeras, porque hay más de un kilómetro de caminata. Tanto la ciudad de Foz de Iguaçu como la de Puerto Iguazú disponen de diversas actividades que se pueden hacer, pero no voy entrar a detallar cada una de ellas.
Boeing VC-96 de la ex Fuerza Aérea Brasileña.

Tras un breve pero reconfortante fin de semana, llegó la hora de regresar a la realidad. Una vez más solicitamos el servicio de Ezequiel, quién nos pasó a buscar al hotel para llevarnos al Aeropuerto Internacional Cataratas, en donde abordaríamos otra vez un Boeing 787-8 de Air Europa que nos llevaría hasta Asunción. A pesar de que sufrimos un pequeño contratiempo en la zona de migraciones del lado argentino, llegamos con suficiente tiempo para realizar el check-in, además, como era el único vuelo que salía en aquel momento, no tardamos ni cinco minutos en llegar a la zona de embarque, y ya estaba estacionado el 787 con matrícula EC-MIG, el mismo que nos trajo. Para la vuelta, nos asignaron los mismos números de asientos pero del lado derecho; tras 10 minutos de haber abordado el avión, la puerta se cerró y el Dreamliner fue autorizado para el push back y despegue.
Mientras el avión retrocedía, un A320 de JetSmart ingresaba a plataforma. Esta vez nos tocó despegar desde la cabecera 13, por lo que el recorrido desde plataforma hasta ese punto de la pista fue muy breve; una vez alineados a la pista, la tripulación avisó que fuimos autorizados a despegar, y seguidamente se escuchó el sonido de los motores Rolls Royce acelerando para elevarnos suavemente hacia el cielo. Después de un breve ascenso lineal, la aeronave giró hacia la izquierda sobrevolando sobre las majestuosas Cataratas, que nos despedían bajo un cielo despejado; como la ida, el vuelo del retorno tuvo una duración de 40 minutos a una altura de 18.000 ft (5.486 metros) y a una velocidad de 341 kt (632 km/h). A media hora de estar en el aire, se escuchó anunciar al piloto que la aeronave ya se encontraba en descenso hacia el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi; el reloj marcaba las 11:21 horario local cuando el Dreamliner tocaba pista activando los reversores y spoilers, poniendo fin así a un corta pero hermosa experiencia de haber volado una vez más en uno de los aviones más modernos del mundo.
Vídeo del despegue
Vídeo del aterrizaje