El proyecto fue lanzado por un grupo de empresarios de los sectores tecnológico y aeronáutico, con el acompañamiento de investigadores científicos del Reino Unido, y espera la aprobación del mismo por parte del gobierno de esa nación.
La finalidad es la de proveer servicios de cuidados intensivos para pacientes infectados con COVID-19, dado que los hospitales están saturados como consecuencia de la pandemia que afecta al mundo entero, y por supuesto, a Gran Bretaña que no es la excepción.
Aviones de fuselaje ancho como los Boeing 747 o Airbus A330/A340/A380, de los que hay cientos de unidades sin uso ahora mismo en el Reino Unido, podrían acomodar entre 50 y 200 camas de UTI. Las aeronaves comerciales ya poseen de hecho un sistema de aire presurizado que provee oxígeno para respirar en las cabinas, mismo mecanismo a redirigirse para pacientes, mientras que el aislamiento que generan es total para evitar la propagación de la enfermedad.
Para cumplir esta misión humanitaria, deben ser retirados los asientos, proceso que demandaría unos dos días, posterior instalación de los equipos médicos, que requeriría otras dos jornadas, plazo muy corto que habilitaría miles de plazas de atención de contingencia en el país europeo. El suministro eléctrico de la aeronave provendría desde dispositivos de potencia auxiliar en tierra, tal y como se hace en las operaciones diarias de un avión de pasajeros.
Como otras ventaja adicionales, los principales aeropuertos de Gran Bretaña poseen hoteles en los que podrían alojarse los colaboradores de la salud, mientras que los aviones volarían de una ciudad a otra en caso de necesidad.