Como todas las aerolíneas del mundo, Avianca Holdings se encuentra ante una situación de emergencia como consecuencia de la crisis del COVID-19, con más de 140 aparatos en tierra por cierres de fronteras de los países en donde opera y una demanda ahora inexistente.
En virtud de lo anterior, la firma con base en Bogotá, la segunda compañía aérea más antigua del planeta, a través de su CEO Anko van der Werff, solicitó formalmente ayuda financiera el gobierno colombiano para asegurar su subsistencia ante este escenario sin precedentes.
La respuesta del estado cafetero, según mencionó el Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, es una posible compra de acciones como contrapartida a un eventual rescate financiero, es decir, que el aporte sería a cambio de una participación. El probable arreglo no simpatiza a muchos sectores de la población colombiana, quienes sostienen que el dinero debería usarse para atender las necesidades más urgentes del país.
Avianca genera más de 21.000 empleos en Colombia, que estarían en riesgo en caso de una potencial bancarrota. Asimismo, aporta la mayor conectividad del mundo con Colombia, con su correspondiente impacto en los negocios y en turismo.
Las pérdidas económicas de Avianca datan de mucho antes de la pandemia. Al cierre de 2019, Avianca registraba un saldo rojo de varios cientos de millones de dólares, y ya había tomado decisiones radicales para paliar dicha situación, como la renegociación de compra de aviones y una reconfiguración de su red de rutas.