El gobierno italiano decidió tomar el control de Alitalia, sumida desde hace tiempo en una profunda crisis financiera que amenaza su continuidad, tras fracasos sucesivos de venta a otros inversores, situación agravada por la coyuntura actual del Covid-19 en el mundo.
Según mencionó Stefano Patuanelli, Ministro de Desarrollo Económico de Italia, la “nueva” Alitalia operará una flota de alrededor de 90 aeronaves de pasillo único y fuselaje ancho, del total de 113 que posee hoy, retrucando así algunas especulaciones que sostenían que la misma sería muy pequeña. Asimismo, el ejecutivo dijo que al menos el 30% de los aviones será destinado a la oferta de larga distancia, por lo que se deduce que la gestión impulsará la red de rutas extensas.
Revela el periódico Corriere della Sera, que los acuerdos de leasing de aeronaves de Alitalia resultan deficitarios y están mal negociados, ya que la compañía abona en promedio entre 40 y 60% más versus los valores de mercado de los mismos, por lo que ellos serán mejor estudiados.

Por otra parte, en la industria aeronáutica suena fuertemente que Alitalia podría renunciar a su membresía en SkyTeam, con la que comparte un joint venture en rutas en el Atlántico Norte junto con Air France, KLM y Delta Air Lines. La salida no está confirmada; como ventaja, Alitalia recibe de este acuerdo parte de los dividendos de rutas entre Europa y Norteamérica por tickets emitidos en Italia, pero en contrapartida le impide crecer libremente en nuevas conexiones entre los dos continentes. Una eventual retirada de SkyTeam daría libertad a Alitalia de cerrar nuevas alianzas.
No hay dudas que la administración entrante tendrá que desvincular a muchos de sus 11.600 colaboradores, no solo por el efecto de arrastre de la salud ya deteriorada de la firma desde hace años, sino además por la reconfiguración que todo el negocio aeronáutico experimentará como consecuencia de la pandemia. La evolución o muerte (una de dos) es inevitable.