La aviación comercial vive sus horas más oscuras desde aquel 11 de setiembre de 2001, cuando cinco aviones comerciales fueron secuestrados e impactados contra diferentes objetivos estadounidense; aquella vez, por razones obvias de seguridad, miles de aviones tuvieron que permanecer en tierra. Pero hoy, el panorama es totalmente diferente; según palabras de expertos, la actual crisis sanitaria es como estar viviendo cada hora aquel pos 11 de setiembre con incontables cantidades de aviones almacenados en los distintos aeropuertos alrededor del mundo y millones de empleados cesados de sus funciones.

Es muy probable que ni siquiera el analista más pesimista haya imaginado un escenario tan dantesco, con cientos de aerolíneas al borde de la quiebra, amenazando inclusive a aquellas gigantes con arcas financieras muy sólidas. Pero el virus del Covid-19 no solo afecta enormemente a líneas aéreas, sino también a fabricantes de aeronaves como Airbus y Boeing, que están viendo como día a día se cancelan sus pedidos de aparatos nuevos, proyectando oscuros años en sus balances. Esto debería de llevar a los constructores a diseñar la demanda para un nuevo panorama que durará un tiempo prolongado, ya que muchos de sus clientes no podrán sortear este dilema, dejando miles de aviones usados o inclusive nuevos esperando por algún nuevo usuario.
Aunque las perspectivas resultan desalentadoras para la aviación comercial, las divisiones cargueras viven uno de sus mejores momentos debido a la alta demanda que están teniendo al transportar insumos sanitarios entre ciudades; el transporte de cargas aumentó a tal nivel que empresas que habían cesado sus operaciones tuvieron que volver al ruedo para así paliar las necesidades logísticas. Esto también implicó que aviones dados de bajas sean reincorporados a las flotas para aumentar la oferta. A esto se debe sumar que muchas compañías están usando sus aviones de pasajeros para llevar cargas menores en las cabinas, e inclusive Airbus lanzó recientemente una solución que permite a sus clientes convertir aviones de pasajeros en variantes de carga o en modo “Combi”.

A pesar de que el futuro no pinta muy generoso, la vida para las aerolíneas debe continuar y muchas de ellas ya empezaron a programar el reinicio de sus operaciones con frecuencias reducidas, aunque todo ello sujeto a las autorizaciones de cada país y obviamente a las necesidades de los pasajeros. Desde el punto de vista operativo, será un enorme desafío, ya que el distanciamiento social será obligatorio, al menos en el corto plazo, dentro de las aeronaves, reduciendo drásticamente la cantidad de personas que podrán transportar en cada vuelo, lo que a su vez decantaría en elevar los precios promedio de los pasajes hasta en un 54% según la región del mundo, para compensar el dinero que no se percibirá al tener que vender menos asientos que los que la capacidad del avión ofrece.
Todas las normas y los procedimientos antes, durante y después de cada vuelo, tendrán que ser analizados y replanteados para salvaguardar la salud no solo de los pasajeros, sino también de todos aquellos colaboradores que estarán involucrados en cada vuelo. Esto, por ejemplo, podría significar el fin (por un tiempo) de familiares recibiendo o despidiendo a los pasajeros en los aeropuertos; el tiempo de permanencia de los aviones en tierra será mucho mayor al actual, debido a que después de cada viaje se deberá desinfectar la aeronave, duro golpe sobre todo para las aerolíneas low-cost, que evitan permanecer más de una hora en tierra. Las mismas terminales aéreas deberán ser modificadas para evitar aglomeraciones en las puertas o incluso en los bares y restaurantes ubicados en la zona de embarque.
Definitivamente nos preparamos para una nueva formar de volar, la forma Covid-19 de volar.