¿Julio, setiembre, diciembre, 2025 o nunca? ¿Cuándo se podrá volar de vuelta? ¿Cómo responder a esta interrogante?
Desde hace más de tres meses, en la mayoría de los países latinoamericanos, el transporte aéreo está vetado o parcialmente habilitado; los estados bloquearon sus espacios aéreos para el tráfico aerocomercial de pasajeros como mecanismo de defensa para intentar frenar la propagación del coronavirus en sus territorios. En Europa, Asia y Estados Unidos, el negocio anduvo a media marcha y comenzó una lenta recuperación un poco antes respecto a esta parte del globo.
La crisis es la peor que la aviación haya experimentado jamás. Varias líneas aéreas alrededor del mundo ya sucumbieron o lo harán probablemente en el corto o mediano plazo, otras agonizan, algunas – aunque muy pocas – tienen algo más de espalda para atravesar la adversidad, pero todas sin excepción sufren los embates de las limitaciones de viajes y una demanda de pasajeros que sencillamente se esfumó.
En medio de la tempestad, cada compañía aérea planifica su retorno a los cielos, pero esto depende de las autoridades aeronáuticas de los países donde vuela. Los cambios de planes sobre el levantamiento de los cierres de fronteras representan enormes dolores de cabeza para las aerolíneas y los pasajeros. La mayoría de los estados fijan una fecha para poder volar, esa fecha se acerca y la postergan, para prorrogar la decisión una y otra vez, o peor aún, como en el caso de Paraguay, ni siquiera se habla del la posibilidad. Mientras tanto, las aerolíneas, al no generar caja, derriten como hielo al sol las pocas reservas de efectivo que todavía quedan (si las hay), y sufren una enorme complicación logística en el armado de su red de rutas. Por su parte, el viajero se molesta por las reprogramaciones permanentes.
La industria aérea tiene que hacer frente a los multimillonarios compromisos económicos aún dejando sus aeronaves en tierra. No hay manera de sostener los costos fijos de las estructuras que se manejaban en 2019 sin facturar un solo dólar hace 90 días. Millones de puestos de trabajo directos e indirectos ya se perdieron y continuarán el mismo rumbo al no haber un horizonte claro sobre cuándo se podrán reactivar los servicios.
Es importante entender los motivos de los viajes, que no siempre son por ocio; se viaja por necesidades puntuales, por salud, por cuestiones familiares, por trabajo, por estudios, y por una larga lista de etcéteras. La aviación regular es esencial para las sociedades. La enfermedad no va a desaparecer, se trata de convivir con ella. De hecho, la tecnología incorporada en los aviones modernos, como por ejemplo, los filtros HEPA, hacen de este medio de movilidad uno muy seguro para viajar en tiempos de Covid, inclusive sin requerir distanciamiento social.
La aviación es una herramienta dinamizadora de las economías y un gran pilar de desarrollo, por lo que cada nación debe trabajar muy en serio en la aplicación de estímulos y políticas de incentivos para la ‘vuelta triunfal’ (aunque ni tanto) de las líneas aéreas.
Es momento de romper el silencio, es momento de evitar hacer la vista gorda, es momento de marcar una fecha, así sea en dos meses o en dos años, pero cumplirla, para que los actores involucrados, tanto aerolíneas como toda la cadena de suministro, puedan obrar en consecuencia.
¡Señores, abran los cielos!