Las compañías Alaska Airlines, Allegiant Air, Frontier, Hawaiian Airlines y Spirit Airlines, se unieron a American Airlines, United y Delta Air Lines, y solicitaron al gobierno estadounidense un nuevo desembolso de fondos para mantenerlas a flote y evitar así el despido de alrededor de 75.000 trabajadores en ese país, entre pilotos, tripulantes de cabina, mecánicos, personal de tierra y otros.
El apoyo que piden es la extensión del subsidio de los salarios de estos colaboradores por al menos seis meses más, considerando la débil recuperación que experimenta el mercado doméstico como consecuencia de la crisis del Covid-19.
A través de la Ley CARES, desde principios de marzo, se imposibilitaba a las líneas aéreas norteamericanas a desvincular a sus empleados al menos hasta el 30 de setiembre, plazo que se acerca, y de que no haber otra inyección de capital, resultaría inevitable dada la complicada coyuntura actual del transporte aéreo. Las perspectivas marcaban que hacia octubre, la demanda de viajes debería recuperarse, pero a juzgar por los resultados, esto no sucederá.
“Estamos en medio de la mayor contracción de la demanda en la historia de nuestra industria”, señaló Ben Minicucci, presidente de Alaska.
Las mayores aerolíneas estadounidenses dieron aviso a sus colaboradores que podrían ser objeto de una licencia de conformidad con la Ley de Notificación de Ajuste y Reciclaje de Trabajadores. American lo hizo a 25.000 funcionarios; United a 36.000 (un 40% de su plantilla); Delta a 2.558 pilotos; Alaska Airlines a 4.200; Allegiant Air a 275; y Frontier a 1.000.