A más de un año desde que los principales portales de noticias del mundo hablaran sobre una misteriosa gripe que estaba afectando a una de las ciudades más grandes de China, la aviación comercial, encargada de mantenernos conectados a nivel sigue sufriendo los embates de la pandemia de Covid-19. Es cierto que muchos países flexibilizaron sus condiciones de viaje para no dejar morir a uno de los sectores más vulnerables y que ya venía arrastrando una desaceleración antes de la crisis sanitaria.

Pero podemos considerar al virus del Covid-19 como uno de los principales agentes responsables de dar el tiro de gracia a las arcas de las aerolíneas. La crisis, probablemente nunca antes vista, está instalada a tal punto que la IATA pidió a sus países miembros, a flexibilizar las duras condiciones que debían cumplir los pasajeros que necesitaban o querían viajar. Gracias a este desesperado reclamo, los vuelos comerciales empezaron a recuperarse a pasos lentos. Pero el daño ya está hecho, con varias compañías declarándose en quiebra, achicándose, devolviendo aviones y desvinculando colaboradores, mientras que el sector de carga está viviendo uno momento de auge, a tal punto que aeronaves estacionadas en el desierto tuvieron que volver al aire para poder así satisfacer la alta demanda.

Incluso, las líneas aéreas empezaron a convertir sus aviones de pasajeros en cargueros, removiendo los asientos para así transportar carga, hacerse de caja y atender las necesidades logísticas del mundo. Esto a su vez abrió un nuevo nicho para los fabricantes de aviones, que tenían paralizados casi por completo sus órdenes de parte de los clientes. Ahora, los principales constructores Airbus y Boeing están ofreciendo “kits de conversión rápida de configuración de pasajeros a carga”, para aprovechar las aeronaves de pasajeros que estaban en tierra por falta de viajeros. Por ello, aunque las aerolíneas están transportando bastante menos pasajeros en comparación con años anteriores, muchas de ellas gracias al transporte de carga, pueden mantener cierto flujo de caja.

Ahora, cuando finalmente se vislumbraba una pequeña luz de esperanza, Europa se cierra otra vez ante nuevas cepas de coronavirus. A esto hay que agregar que muchos países aún no abrieron sus fronteras desde el primer cierre. Y probablemente a toda ésta problemática, se le suma el efecto “Brexit”, que puede causar dolores de cabezas a las naciones que componen el Reino Unido.

Probablemente ahora la gran expectativa caerá sobre las vacunas desarrolladas por las diversas empresas farmacéuticas para que este mundo cerrado comience tímidamente a abrirse de vuelta a los vuelos de negocios y por sobre todo para el turismo, que sin lugar a dudas representa un enorme generador de ingresos al PIB de muchos de los países, como así también para las aerolíneas que necesitan ver llenos los asientos de sus aviones como en años anteriores. Aunque aún estemos lejos del cese definitivo de la enfermedad, un débil aliento se está dejando sentir, aliento al que las aerolíneas se aferraran para no caer vencidos contra el enemigo invisible.