El Gobierno de Chile anunció que a partir del 5 de abril, sus fronteras permanecerán cerradas a los viajes internacionales para ciudadanos chilenos y extranjeros por 30 días, como una medida de contención adicional contra la segunda ola de Covid-19 que azota al país andino, a pesar de posicionarse como líder global en la aplicación de vacunas contra esta enfermedad por cada 100 habitantes.
Durante el mencionado periodo de tiempo, solo podrán ingresar a esta nación chilenos o extranjeros residentes en dicho territorio. Se permiten excepciones que deben ser tramitadas y validadas, como por ejemplo necesidad de tratamientos médicos o gestiones imprescindibles para la marcha del país. Por tal razón, las aerolíneas se ven obligadas a nuevamente reprogramar sus vuelos desde y hacia Chile.
Asimismo, Chile exige además una cuarentena de 10 días sin posibilidad de eximisión para quienes lleguen al país, además de la prueba PCR negativa. Para los que provienen de Brasil o hayan estado allí en las últimas dos semanas, se pide un test adicional de coronavirus al arribo, un aislamiento de cinco días en hoteles designados por las autoridades, y de acuerdo al resultado del test, la extensión de la la cuarentena por otros 10 otros días; todo esto con costos asumidos por el viajero.
Mientras tanto, un portavoz de Nuevo Puedahuel, concesionario del aeropuerto internacional Arturo Merino de la capital Santiago, dijo que debido a la gravedad que la situación que representa para su empresa, si el Ministerio de Obras Públicas de Chile no renegocia el contrato de administración, es posible que su compañía quiebre el próximo año, ya que la baja en la cantidad de pasajeros y por consiguiente, del uso de las instalaciones por parte de las líneas aéreas, es brutal.