Durante la segunda contienda militar, el mundo vio nacer varios aviones cazas que marcaron un antes y un después durante la guerra, tales como los North American P-51 Mustang, Grumman F4F Wildcat, Grumman F6F Hellcat; los británicos Supermarine Spitfire, Hawker Hurricane; o los alemanes Messerschmitt Bf 109, Focke-Wulf Fw 190 y Messerschmitt Me 410. Todos ellos fueron cazas distintivos de sus respectivos países, pero existe uno que tras su breve aparición durante este conflicto bélico pasó a ser una leyenda de los aires, el japonés Mitsubishi A6M “Zero”.

Este caza mostró las luces en un momento turbulento por el que estaba atravesando el Imperio del Japón allá por 1940. Para comprender lo del nombre hay que entender primeramente lo de “Imperio”, que es un método para contar el año en el que el emperador Jimmu, que se considera el primero de Japón, asumió el trono como el precursor del año imperial. En la Armada Japonesa se acostumbraba utilizar los dos últimos dígitos del año en que se adoptó oficialmente el arma como nombre de la aeronave, el Zero entró en servicio en el Año Imperial 2600 (año 1940), por lo que se le nombró Zero, es decir, el caza Zero.
Para ello la Armada Japonesa emitió una solicitud al Sr. Jiro Horikoshi de la Mitsubishi, para desarrollar un nuevo caza capaz de llevar consigo armamento poderoso y que sea fuerte contra las batallas libradas o “Dog Fight”; además debía servir de escolta a los bombarderos desde Japón hasta el interior del territorio chino, y un largo alcance de crucero capaz de ir y volver nuevamente a las bases aéreas.

Cuando Horikoshi se encontraba diseñando al futuro caza de la Armada Japonesa tuvo que enfrentarse al dilema de combinar poder y veloz, pero aquella dualidad resultaba inaplicable debido a las limitaciones tecnológicas de Japón. En aquel tiempo el país del sol naciente no poseía un motor potente y los únicos que tenían era técnicamente y extremadamente inferiores a los de los aviones occidentales, y no era posible obtener potencia y velocidad para competir con los cazas enemigos.

Para lograr estas características deseadas por la Armada Japonesa, Horikoshi debió aligerar al avión reduciendo su peso hasta el límite descartando así cualquier opción de armamentos pesados. En otras palabras, el peso de la aeronave se redujo al máximo para alcanzar el rango de crucero con un motor de potencia inferior. El Zero estaba revestido en su mayoría con el aluminio de aspecto rugoso y en las partes sólidas y más pesadas se utilizaron los materiales de aleación de zinc con aluminio conocidos como Súper Duraluminio Extra desarrollado por la industria Sumitomo.
Con todo esto, el “Zero” diseñado por Horikoshi y su equipo de ingenieros tenía un peso bruto de 2520 kilogramos, impulsado por un motor radial de 14 cilindros en dos filas refrigerado por aire Nakajima Sakae 12, que le daba una velocidad máxima de 533 km/h con un régimen de ascenso de 15,7 m/s y un alcance de 3105 kilómetros. La mayor ventaja del Zero fue ubicar el motor cerca de la cabina, lo que hizo que este caza sea más maniobrable debido a que se encontraba más cerca al centro de gravedad. Aunque el factor que decidió la suerte del Zero fue el hecho de no contar con tanques de combustibles blindados, lo que lo hacía extremadamente vulnerable a cualquier tipo de armamento que portaban los enemigos.

Fue en el mes de setiembre cuando los “Zero” tuvieron su bautismo de fuego durante la guerra sino-japonesa entre China y Japón. Durante esa contienda China recibió apoyo de grandes potencias como los Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia, así que el país debió luchar de manera solitaria contra todos ellos. Los Zero fueron puestos en servicio como aviones caza de escolta a los bombarderos Mitsubishi G3M2 “Rikko” que se dirigían a atacar territorio chino. Fue durante ese periodo que los “Zero” fueron forjando su condición de leyenda debido a su relación de derribo de 12 a 1. Pero su verdadero poderío fue visto aquella mañana del 7 de diciembre de 1941, cuando la Armada Japonesa atacó las instalaciones de Pearl Harbor con unos 353 equipos entre bombarderos, torpederos y cazas, entre los “Zero”.
Finalmente, los Zero fueron víctimas de su propio diseño; mientras los cazas del occidente eran diseñados con motores cada vez más potentes, con fuselajes robustos que les permitían un buen blindaje y armamentos de mayor poder de fuego, los Zero dependían únicamente de su ligereza para hacer frente a los nuevos cazas enemigos. En respuesta a la pérdida de muchos pilotos expertos, la Armada Japonesa pasó de la ofensiva a la defensiva y, finalmente, en 1944, un año antes del final de la guerra, en la batalla del Golfo de Leyte, Japón fue completamente destruido como organización.
Con la idea de compensar las batallas con adversidad en la cantidad física, el rendimiento de las armas o la fuerza organizativa con esfuerzos y habilidades individuales; los Zero nacieron como resultado a esa idea y cultura japonesa, por ello estos cazas se convirtieron en leyenda en un periodo corto y fueron desapareciendo como los pétalos de las flores de cerezos en una tarde de sol primaveral.