Aún seguimos viviendo bajo los temores de la pandemia, aunque hoy en día podemos decir que estamos mejor que hace dos años cuando tuvimos que encerrarnos por completo; en donde pensar en “salir de vacaciones” era como un tabú o mal visto por muchos. Pero hoy las cosas son diferentes, ya conocemos en algo al virus y por lo tanto podemos convivir con él sin tener que volver a encerrarnos.
Mientras escribía este flight report me vino en mente una frase del escritor, poeta y filósofo francés Paul Valéry, quien escribió “Le vent se lève! . . . il faut tenter de vivre! (El viento se levanta, debemos tratar de vivir). Es cierto que vivimos sumergidos en una situación que nunca habíamos experimentado, en donde incluso en las acciones más básicas debemos cuidarnos para no caer bajo el veneno del virus, pero a pesar de eso debemos seguir viviendo, y por sobre todo seguir viajando para conocer nuevos destinos y culturas, como lo era normal hasta hace tan solo dos años, ya que la aviación y el turismo implican mucho más que simple ocio, detrás del turismo existe toda una industria que aporta grandes recursos a países que dependen exclusivamente muchas veces casi exclusivamente de él. Fue esto lo que nos llevó a retomar los viajes familiares, obviamente con todos los cuidados necesarios.
En mi caso, los viajes siempre dependieron de las vacaciones de mi esposa, por lo que normalmente solíamos viajar en temporada baja. Pero este año fue diferente, ya que las vacaciones se dieron en pleno verano, por lo que una vez más estábamos decididos ir al mar para disfrutar del calor bajo el radiante sol. Lo malo, es que enero, al justamente ser temporada alta, los precios son mucho más elevados tanto en vuelos como en hospedajes. Inicialmente teníamos en mente el caribe, pero cuando planeábamos el viaje, las vacaciones de mi esposa aún no estaban definidas, por lo que las búsquedas aleatorias a partir de fines de febrero en adelante aún seguían siendo accesibles. La sorpresa vino a principios de diciembre, por lo que súbitamente los planes cambiaron.
Una vez más el destino sería Brasil, pero buscábamos un lugar mucho más tranquilo con poca cantidad de turistas, y por sobre con playas un poco más privadas. Las alternativas estaban entre las ciudades de Jericocoara y Porto de Galinhas; finalmente nos decidimos por la segunds. Tras esto se vino la parte probablemente más emocionante; si, la búsqueda de pasajes en las distintas aerolíneas. Obviamente mi idea desde el principio era probar la aerolínea Azul Linhas Aéreas, por lo que mientras cotizaba además con LATAM Airlines y GOL, siempre lo hacía teniendo como referencia los precios que ofrecía la compañía del color azul.
Desde el comienzo los precios ofrecidos por Azul eran mucho más accesibles en comparación a sus rivales, inclusive haciendo una parada o stopover en el mayor aeropuerto de Sudamérica, Guarulhos. El deseo de hacer esta parada en la principal terminal aérea de la gran São Paulo era por el hecho de poder disfrutar de un día entero practicando el hobby del spotting desde el Hotel Hampton by Hilton; el ex Matiz. Con todas las fechas definidas y los planes de experimentar una tarde (probablemente lluviosa) de spotting, empecé a realizar las compras en la página web de Azul. Además de poder probar una nueva aerolínea, el hecho de tomar el vuelo desde el aeropuerto de Foz de Iguazú se debía a la diferencia importante que había entre tomar desde una ciudad brasileña y de hacerlo desde la capital del Paraguay, debido a que desde Asunción se trataba de un vuelo internacional, mientras que desde Foz era un vuelo doméstico; esto sin contar que de hecho Azul no opera en Asunción.
Los portales de las aerolíneas brasileñas ya ofrecen en el buscador la opción de hacer “stopover” en algunas ciudades dentro del Brasil, por lo que la elección de ello era mucho más fácil. Ahora, mientras realizaba las búsquedas me di cuenta que los pasajes con esta opción era más elevados que al hacerlo en el formato “multi-destino”; ¿la razón? probablemente sea un secreto de las aerolíneas. Tras esto, hice las reservaciones para todos. A la hora de la compra utilicé un recurso un poco arriesgado para acceder a mejores tarifas, la que consiste en comprar los pasajes de forma individual o en parejas, ya que así me salía un poco más barato que hacerlo como un “solo paquete”. El motivo por el que no es tan recomendada esta operación es que mientras comprás unos pasajes, no existen garantías que en el siguiente combo de pasajes los precios sean iguales al primer combo; lo más probable es que te encuentres con la sorpresa de que sea un poco más caro, depende de la suerte. Afortunadamente en mi caso los dos combos de pasajes fueron casi al mismo precio, por lo que me ahorré unos cuantos dólares. Hechas las compras de los boletos y las reservaciones en los hoteles en los que nos hospedaríamos, solo restaba contar los días en el calendario y a preparar las maletas.

Mientras hacía las compras, paralelamente en mi mente corría el temor de que algún que otro vuelo sea cambiado o peor, cancelado producto de la expansión de la variante Ómicron que ya estaba causando estragos en todo el mundo, y también en las aerolíneas a consecuencia de los reposos de las tripulaciones que enfermaron. Desafortunadamente la mala noticia me llegó a una semana antes del viaje, a través de un mail enviado por la aerolínea en donde decía que uno de los tramos había sido cancelado. Esta cancelación, como si se tratase de un efecto dominó, dejaría por el suelo los planes de llegar a Porto de Galinhas con la “tan deseada” parada en Guarulhos. Sinceramente la desesperación era tremenda, como la línea aérea no posee una oficina en Paraguay, mi único medio para comunicarme con ellos era a través del servicio de atención al cliente; a pesar de que ofrecía otros medios sociales para estos casos. Fueron días difíciles, pero no entraré en detalles de mi sufrimiento ya que fácilmente podría escribir una novela de tragedia. gGracias a la operadora que me atendió pude solucionar todo de manera satisfactoria con la pequeña condición de que el “stopover” se haría en el Aeropuerto Internacional de Viracopos, base de la aerolínea Azul en vez de Guarulhos, pero como dijo Cooper en la película “Interestelar”, la tercera ley de Newton, Siempre debes dejar algo atrás, así que a ¡volar!
Foz de Iguazú – Campinas, Viracopos; vuelo AD4865
La última vez que estuve en este aeropuerto fue cuando viajé a São Paulo para la presentación del Airbus A350 de Lufthansa; aquella vez el aeropuerto estaba en pleno proceso de remodelación, por lo que me sorprendió lo moderna que quedó esta terminal que realmente una ciudad turística como Foz de Iguazú merece; aunque lastimosamente para los spotters, la vista que se tenía desde el patio de comidas desapareció, siendo relegada la privilegiada vista a la plataforma únicamente para las personas que ingresan a la zona de embarque.




Antes que ocurriera todo este problema, el vuelo ida y vuelta hasta Recife lo haría tanto en las dos versiones del Embraer ERJ195 como también en los diferentes «neo» de la familia A320 de Airbus. Pero con las masivas cancelaciones que sufrió en las últimas semanas, los equipos también habían cambiado. Para el tramo entre los Aeropuertos Internacional de Foz de Iguazú y el de Viracopos, lo haríamos en un A320neo, pero sorpresivamente a última hora fue cambiado a un A321neo; así el equipo que nos llevaría hasta la base principal de la aerolínea sería el moderno PR-YJA bautizado con el nombre de “Súper Azul” con tan solo dos años de edad, siendo entregado a Azul el 11 de noviembre del 2019. Esta aeronave impulsada por dos modernos motores CFMI LEAP-1A32 posee una capacidad para 214 pasajeros viajando en clase económica; de los cuales las primeras 5 filas corresponden al “Espacio Azul”, que disponen de un poco más de ‘pitch’ para las piernas (86 cm entre asientos) y otros beneficios para los que pagaron extra por su pasaje aéreo.



Esta fue mi primera vez en un A321neo, que a diferencia de los ceo, la nueva variante no cuenta con la puerta en frente a las alas, por lo que a simple vista hasta la fila 25 es un A320 más. El asiento en sí es bastante cómodo, por delante en las cabeceras de los asientos delanteros cuentan con PTV´s individuales en las que se puede ver variedad de películas, noticias en vivo como también poder seguir “on time” el vuelo mediante un mapa interactivo con los horarios, velocidad y altitud. Además, cada asiento cuenta con conexión USB, salida para los auriculares y una toma universal. El vuelo desde IGU / SBFI salió con una demora de 15 minutos, siendo las 19:50 cuando la aeronave fue autorizada para el push back y respectivo taxeo hasta la cabecera 15 para el despegue. Una vez en el aire y debido a la pandemia de Covid-19 no hubo servicio a bordo, aunque si uno deseaba agua, era solo cuestión de pedirla a tripulantes de cabina, que te la acercaban hasta el asiento; la única tarea de los TCP’s fue la de pasar distribuyendo los audífonos para uso de la TV.











Además, Azul Linhas Aéreas cuenta con Wifi a bordo, un servicio gratuito para todos los pasajeros. Obviamente no se puede esperar una conexión 100% pero es suficiente para mandar y recibir mensajes por WhatsApp, como también me fijé que mi hija estaba viendo unos vídeos por YouTube, aunque se cortaba a cada rato. Tras un vuelo de una hora y pico, el copiloto anunció que nos encontrábamos en proceso de descenso y tras unas sacudiditas por el clima tocamos pista de Viracopos a las 21:05 horario local. Una de las razones por las que tuvimos que parar en Viracopos fue justamente porque había comprado los pasajes en dos combos; cuando ocurrió lo de la cancelación, solamente la reserva de mi esposa y una de mis hijas fueron acomodadas para llegar sin contratiempos a Recife, en cambio la de mi otra hija y la mía, por motivos desconocidos, quedaron «flotando» en el sistema de la aerolínea; por este motivo, para poder viajar todos juntos era necesario el pernocte en Campinas. Una de las cosas a destacar es que, durante el desembarque, ninguno de los pasajeros se levantó de sus respectivos asientos hasta que eran llamados por la tripulación, por lo que de esta manera bajamos de la aeronave de forma ordenada y probablemente mucho más rápido.
Como el vuelo del día siguiente salía bien temprano, decidimos quedarnos en el Hotel Aero Sleep de Viracopos, un hotel con varias habitaciones del tipo “cápsula”, que a pasar de su tamaño contaba con todo lo necesario para poder descansar bien y cargar las pilas para el próximo vuelo. Mientras estaba formando fila, pude notar a varias tripulaciones quienes no tienen como base la ciudad de Campinas, hospedarse en este hotel para poder seguir con el calendario de vuelos del día posterior.


Campinas, Viracopos – Recife; vuelo AD4079
Esta era mi segunda vez en el Aeropuerto Internacional de Viracopos, base principal de Azul, así que veas donde veas solo observás a los diferentes aviones de la empresa, desde los más pequeños turbo-props ATR hasta los gigantes A330neo. Además, VCP es una terminal utilizada por líneas aéreas cargueras como Lufthansa, Kalitta Air, Martinar Cargo (KLM Cargo), LATAM Cargo, Cargolux, etcétera. El avión encargado de llevarnos hasta el Aeropuerto Internacional de Recife sería el mismo A321neo que nos había traído de Foz do Iguazú. Algo interesante que viene implementado Azul a la hora de embarcar a los pasajeros son las cintas “virtuales”, que son unas proyecciones en el piso con los números de asientos, por lo que los pasajeros solo se acercan a la puerta cuando en la pantalla aparece su número y solo siguen la proyección que los lleva hasta la puerta de embarque. Puntualmente la aeronave fue liberada para el push back a las 8:30 horario local, tras un breve taxi se alineó a la cabecera 15, y luego de una larga carrera, el A321neo lentamente fue ganando el cielo para un vuelo de dos horas y 50 minutos hasta Recife.





El vuelo hasta Recife transcurrió de la forma más tranquila posible, aunque mientras pagaba el precio del cansancio del día anterior, recuerdo escuchar por el parlante del avión solicitando la presencia de un médico a bordo (no sé qué pasó al final ya que me ganó el sueño). Una vez más en este vuelo no hubo ningún servicio a bordo, salvo los vasos de agua que podías solicitar a la tripulación, por lo que la única diversión fue el entretenimiento a bordo para hacer pasar las tres horas aproximadas de viaje. Todo el trayecto hasta el Aeropuerto Internacional de Recife fue bajo el radiante sol que reflejaba sus luces en las rayos que se extendían como una alfombra, y debido a ello, todas las ventanas se encontraban cerradas para evitar así la fuerte luz que podía ingresar al interior. Eran las 10:30 cuando el aparato inició su descenso hacia Recife ingresando dentro de una espesa capa de nubes que cubría toda la zona, mientras las tripulaciones pasaban de asiento en asiento recogiendo los vasos vacíos, el Comandante anunciaba que fueron autorizados para el aterrizaje, tocando pista seguido de una brusca frenada (semejante a la que uno espera al aterrizar en Santos Dumont) a las 11:05 horario local.





Tras una semana de pura playa y piscina, ha llegado el momento de emprender la misión retorno. Como el vuelo estaba marcado para las 3:05 del día sábado, decidimos ir el viernes del medio día a un hotel cercano al aeropuerto para descansar y recargar las pilas para el que sería un largo viaje hasta Paraguay, incluyendo cinco horas en vehículo hasta casa. Mientras la familia descansaba en el hotel, yo como buen spotter, me hice de tiempo para ir a spottear. El Aeropuerto Internacional de Recife-Guararapes es una terminal que conserva aquella estructura similar a la de Guraulhos a primera vista, pero con un interior interesante interconectado a través de escaleras mecánicas. Para el agrado de los spotters, este aeropuerto dispone en el tercer piso de un patio de comidas con vistas a la plataforma principal desde donde se pueden observar casi toda operación. Lo ideal es visitar esta zona por la mañana ya que a la tarde es contraluz prácticamente hasta el atardecer.




Recife – Campinas, Viracopos. Vuelo AD4335
Probablemente la peor elección que hice para este viaje fue el hecho de elegir partir de madrugada de Recife; claro, toda decisión se basó mirando las disponibilidades y en especial los costos de los pasajes. El vuelo de retorno a Viracopos estaba marcado para las 3:05 de la mañana. Como ya había realizado los check-in vía web, solo me acerqué al counter de la aerolínea para dejar las maletas que despacharíamos. A pesar de la hora, dentro de la zona de embarque muchos locales comestibles se encontraban abiertos, así que aprovechamos para tomar algo mientras esperábamos el llamado a subir al avión. Una vez más, el embarque fue realizado ordenadamente y los pasajeros solo se acercaban a la fila cuando el número de asiento era proyectado en el piso. Para este vuelo de retorno nos tocó el Airbus A321neo con matrícula PR-YJB llamado «Felicidade Azul» con tan solo dos años de edad, siendo entregado a la aerolínea el 27 de febrero del 2020.








El vuelo al Aeropuerto de Viracopos trascendió de manera normal, esta vez sin los servicios de entretenimientos ya que en teoría todos irían dormidos. Aproximadamente a una hora de la llegada marcada pude observar un hermoso amanecer ínterin muchos de los pasajeros hacían lo mismo abriendo la persiana de la ventana e inmortalizando aquel maravilloso momento en sus respectivos celulares. El reloj marcaba las 7:05 de la mañana, hora local cuando finalmente el «Felicidade Azul» tocaba pista del Aeropuerto Internacional de Viracopos. Una vez más el desembarque se concretó «civilizadamente», solamente los pasajeros cuyas filas eran llamadas por la tripulación se paraban mientras el resto permanecía sentado en sus asientos.


Campinas, Viracopos – Foz de Iguazú; vuelo AD2406
Fueron dos horas de espera en Viracopos, tiempo suficiente para un buen desayuno mientras aguardábamos nuestro vuelo final a IGU-SBFI. Para este último tramo del viaje familiar nos tocaba el novísimo Embraer E195-E2, matrícula PS-AEH, de tan solo un año de edad, siendo entregado a la aerolínea el día 23 de diciembre de 2020. Esta aeronave regional con una configuración para 136 pasajeros en clase única, esta propulsada por dos modernos motores Pratt & Whitney PW1921G con un empuje de 22.550 libras cada uno.

El llamado de embarque empezó puntualmente a las 8:00; una vez más frente a la puerta eran proyectados los números de asientos que eran llamados para el embarque. Esta era mi primera vez en un ERJ195; sinceramente me pareció un jet bastante cómodo debido a su configuración de 2+ 2; además las ventanas son bastante grandes en comparación a la de los Airbus (puntos para el fabricante brasileño). El sistema de entretenimiento es bastante completo al igual a los que se emplean en los Airbus con algunas pequeñas diferencias.






A pesar de que antes del despegue anunciaban que el servicio de internet estaría disponible, me costó bastante conectarme a su red WiFi. Como ya es de costumbre, el servicio a bordo no estaba disponible, aunque ante cualquier llamado a la tripulación, vasos de aguas estaban para ser entregados.






Tras un corto vuelo de una hora y 10 minutos, el viaje familiar estaba llegando a su final, pero antes no podía dejar de contar un curioso hecho que ocurrió 20 minutos antes del aterrizaje. Aún, muchos estábamos disfrutando del servicio de entretenimiento cuando repentinamente dos tripulantes de cabina pasan corriendo el pasillo con dirección al frente de la aeronave, muchos que estábamos en los asientos hacia el pasillo dirigimos las miradas hacia el frente cuando observamos que uno de ellos coloca el trolley frente a la puerta del cockpit, como bloqueando el paso, de lejos pudimos distinguir que uno de los pilotos ingresaba al baño (hasta ahí, digamos que era todo normal); luego al salir, el piloto toca la puerta del cockpit como para que le abran, pero ante una nula respuesta sigue golpeando la puerta mientras otro tripulante extendía su mano a uno de los interfonos para comunicarse; mientras eso ocurría en frente, algunos de los pasajeros que seguíamos la acción nos miramos las caras como recordando aquel trágico momento que vivieron los pasajeros del vuelo 9525 de Germanwings. Obviamente nada de eso pasó y finalmente el piloto ingresó a la cabina mientras los tripulantes se echaban a reír (vaya uno a saber con qué tipo de chiste), pero probablemente fueron los segundos minutos más largos que experimenté en mi vida. Mientras mis pensamientos aún seguían tratando de entender el suceso, la aeronave tocaba pista del Aeropuerto Internacional de Foz de Iguazú a las 10:10 horario local bajo una fina lluvia que caía en ese momento.