Durante la primera mitad de 2020, el estallido de la pandemia alrededor del mundo, ocasionó que cesaran temporalmente unas 48.000 rutas aéreas directas en todo el planeta, de las cuales, más de 14.000 ya no están disponibles aún con la recuperación gradual de la ‘nueva normalidad’ de las operaciones por parte de las aerolíneas. Según declara OAG Aviation Worldwid, a principios de este mes, hay poco más de 33.000 rutas aéreas en servicio.
Las consecuencias inmediatas de la crisis son los tiempos mayores de vuelo que los pasajeros deben experimentar para llegar a destino, debido a que en muchos casos ya no existen vuelos sin paradas, hay menos frecuencias o se deben hacer escalas, a veces más de una, lo que implica más tiempo en los aeropuertos y repercute en las intenciones mismas de viaje.
En un porcentaje importante, las rutas abandonadas son internacionales, pero en países de extensiones considerables, muchas domésticas también, lo que muestra la presión de las líneas aéreas cuando deben prescindir de personal y almacenar o devolver aviones para ajustarse a la coyuntura actual.
La suspensión de una conexión aérea afecta a la movilidad de las personas, al intercambio comercial, al transporte de mercancías e impacta en los rubros turístico, en las posibilidades de negocios, y por consiguiente, en fuentes de trabajo y otros.