Casi todas las aeronaves modifican la curvatura de sus alas en vuelo mediante flaps o slats, secciones que se extienden en su parte posterior y delantera y sirven para aterrizajes y despegues a velocidades más manejables.
Algunos jets militares como el F-14 Tomcat, el F-111 Aardvark, el Tupolev TU-160 Blackjack o el B-1 Lancer portaron alas de geometría variable, que le permitían moverlas completamente para que el avión vuele más aflechado. Boeing, por su parte, prepara puntas de alas plegables para el 777 X, un valor agregado para operar en aeropuertos con espacios físicos reducidos o congestionados.
La tecnología que está probando la NASA usa materiales con memoria de forma, que haría posible que las puntas de las alas suban o bajen según requerimiento con un mecanismo que pesa un 80% menos que los convencionales, que resultaría más eficiente que los accionadores convencionales.
El proyecto, que fue bautizado como Spanwise Adaptive Wing, comenzó con pruebas de vuelo con un dron llamado Ptera dotado de múltiples sensores. Los extremos de sus alas pueden subir o bajar hasta 70º.
El siguiente paso es modificar una de las alas de un F-18 para hacer pruebas con un avión a tamaño real, aunque aún falta para ello.